TINTÍN Y LOS NICTÁLOPES
Yo no sabía lo que eran los nictálopes. De vez en cuando lo decía, lo sigo diciendo, como suave insulto. Por ejemplo, desde mi volante, y preferiblemente con la ventanilla bajada, a uno que me adelanta de forma inadecuada. Incluso a uno que no te deja cambiar de carril en un atasco. Soy muy visceral. No me aguanto y tengo esas formas de verbalizar los cabreos. (...) Hay que conocer de todo. Pero uno debe elegir sus amistades. Y para mí, con mi síndrome de Tintín, nunca puede faltar un tipo como Haddock. Colérico, arrebatado, amante de la buena vida, viajero y estable, buen bebedor y un pedazo de ser humano lleno de defectos y de virtudes. Un tipo del que te puedes fiar para tenerlo como amigo. (...) No, nada que ver con esos que no tienen claro cuando hay que gritar, que protestar, que quejarse de alguien que simplemente, y por decirlo con la claridad de Haddock, son unos gánsteres, bandidos, asesinos, además de una especie de traficantes de carne humana. Eso son los que mataron a dos ecuatorianos. Eso son los que han matado indiscriminadamente a cientos de personas desde hace ya demasiados años.
(...) Yo, ahora que estamos celebrando los cien años de Georges Rémi, Hergé, ese complejo e interesante ser humano que se inventó a Tintín y todos sus amigos, quiero volver a esa querida línea clara. A esa línea que tanto gustó a los seguidores de Tintín. (...)
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Javier Rioyo, hoy en El País, quizás para ¿"compensar" lo de Maruja que ya comentó vm el otro día por aquí?
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