"PSICOLÓGICAMENTE CONVINCENTE"
A un cierto nivel, es un error percibir al sujeto como la unidad psicológica de una persona. Encontramos aquí el problema de que el carácter "psicológicamente convincente" del relato es una forma de resistencia frente a su impulso subversivo: cuando alguien se queja de que los personajes de una historia no son "psicológicamente convincentes", debemos estar atentos siempre a la censura ideológica implícita en esta crítica.
--A propósito, los problemas del presidente Clinton con las acusaciones de acoso sexual ofrecen un buen ejemplo del sesgo de clase en la percepción de algo como "psicológicamente convincente": la intervención de Katherine Willey en el programa de la NBC 60 Minutos pareció "convincente" porque transmitió la imagen de una mujer de clase alta, mientras que Paula Jones era vista como una mujer de baja estofa, en clara referencia a su aspecto de clase trabajadora (en una inversión del espacio ideológico típica de nuestros días, los aires de clase alta son paradójicamente mucho más frecuentes entre liberales de izquierdas [...] Sigue bien viva, pues, la vieja tradición teatral según la cual los conflictos psicológicos y las confesiones "convincentes" quedan reservadas a los personajes de clase alta, mientras que los personajes de clase baja intervienen solo para aportar un momento de distracción carnavalesca (chistes vulgares, etcétera).--
La ideología de los personajes "psicológicamente convincentes" nos da el mejor punto de referencia para apreciar el procedimiento característico de este autor, que consiste en lo que nos gustaría llamar la transubstanciación espiritual de los clichés vulgares; tal como muestra Fred Pfeil en su detallado estudio de un diálogo al final de la película, cada frase del diálogo es un cliché sacado de una película de serie B, pronunciada con la ingenua seriedad de un actor de serie B, y sin embargo la inmediatez de estos clichés ha desaparecido por completeo, transmutada en una profundidad pseudometafísica, (...). El efecto de conjunto de este retorno a la ingenuidad de los clichés es, de nuevo, una extraña desrealización de las personas, o más bien una despsicologización, que recuerda el ejemplo antes mencionado de los seriales mexicanos: ¿no parece como si la conversación de Jeffrey y Sandy hubiera sido filmada bajo esa clase de condiciones? Es como si en el universo del director la unidad psicológica de la persona se desintegrara, por un lado, en una serie de clichés, de comportamientos siniestramente ritualizados, y, por el otro, en estallidos de una energía psíquica (auto)destructiva de una intensidad insoportable, de lo Real en "bruto" y desublimado.
--Slavoj Žižek , LACRIMAE RERUM. ENSAYOS SOBRE CINE MODERNO Y CIBERESPACIO.