PROSA BORROSA
-Yo gramático no soy -dijo el barrendero-. Pero mire, en este oficio se lee mucho, porque basura hay a manta, y uno acaba de entender que a esas frases, que estarán correctas si usted lo dice, lo que les pasa es que son borrosas.
-¿Borrosas? -dije yo sorprendido, porque era la segunda vez que le oía usar el término.
-(...) Y mire ésta: «Cuando entró en el café de la estación sintió un dolor que le paralizaba, la sensación de que aquella pequeña catástrofe que había destruido la sensación de ecuanimidad que le había conducido hasta allí se derramaba como un torrente». ¿Usted ha sentido alguna vez una sensación así? ¡Vaya lío! Mire, mire: «Se inclinó para mirarla como si con aquel gesto quisiera expresar no sólo el enfado que le producía la actitud indiferente de ella, sino también su decisión de no volver a ofrecer su flanco más débil». ¡Menudo gesto! ¿No le parece?
-Pero ¿qué tienen de malo esos pasajes? -pregunté, comenzando a irritarme.
-Son borrosos -me contestó al instante-. Que están correctamente escritos, no lo dudo. Pero son borrosos. No se ve nada cuando se lee esas frases. Y además son falsos: los sentimientos no son así, ni los gestos son así, ni la vida es así. Y además son confusos.
-Lo que pasa es que usted no entiende la alta literatura -le dije, ya enfadado-. La alta literatura es así: abstracta, confusa y un lío y un coñazo tremendo. Que «no se ve nada» dice usted. ¿Usted qué quiere, que la literatura sea como la televisión? Si quiere ver algo, váyase al cine.
-Ah, ¿que esto es alta literatura? -dijo el barrendero pensativo-. No se crea, a mí también me gusta leer. Me gusta mucho Gogol, por ejemplo. Y Chéjov. Y Balzac. Y Flaubert. Me gusta mucho Gabriel Miró, no sé por qué. Y Cortázar. Y Nabokov, el de Lolita, ya sabe. Y Coetzee. Y Vila-Matas. Y Murakami. Pero claro, esos libros son diferentes. Esos libros no son borrosos. En esos libros se ven las cosas, y pasan cosas que es como si le pasaran a uno... Y además, que son interesantes, son divertidos, no divertidos de reírse, sino que uno quiere saber qué va a pasar a continuación? Qué, qué dice usted.
(...) Me desperté sobresaltado. Pero entonces, como en el sueño de Chuang Tzu, ya no sabía quién era yo, si el escritor irritado o el barrendero.
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A Andrés Ibáñez también le preocupa la seudoliteratura. A buen entendedor...
3 comentarios:
Pues el nivel literario del ABC no es que sea para tirar cohetes. Y el del resto de la prensa tampoco.
Yo estoy con Pepo. Y lo de Fontdevila en El Manglar también lo firmo
ya ves que me has dao la idea para el último post.
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