EL COPYRIGHT OBSTACULIZA LA CREACIÓN
Es el chico malo del arte norteamericano. El incorrecto, el oscuro, el pasota, el confuso y el lúcido a la vez, el que mete el dedo en la llaga y después se lo chupa. Es dibujante. (...) Sus dibujos cercanos a la estética del cómic llevan casi siempre textos retorcidos, punzantes o de una extraña mística que se queda rondando la cabeza.
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"Mis primeras referencias eran las historietas de humor político en los periódicos, las que salen en las páginas editoriales. Ése es mi principal punto de partida. Yo tomo prestado de todo y de todos lados, personajes de la televisión, de los dibujos animados", explica. (...) "El copyright se ha convertido en un asunto de política económica, incluso desde entidades como Disney, que nunca hizo nada original en su historia. Los derechos intelectuales se están convirtiendo en un obstáculo para la creación y están extendiendo esas trabas hacia el futuro".
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Pettibon pertenece al Olimpo del arte contemporáneo. Su relación con el cómic puede ser comparable a la de Roy Lichtenstein aunque, en el fondo, sean polos opuestos. "Ambos tomamos prestado del cómic y a primera vista podría parecer que partimos de la mismsa intención, pero creo que en la obra de Lichtenstein la sensibilidad hacia el pop incluía el mal gusto de lo popular, el camp, que él filtraba adaptándolo a la pintura, al arte", comenta. "Mi relación con el cómic es sólo como fuente de información, sin referirme a él concretamente. Me interesa más como lenguaje internacional para la representación visual". (...)
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Fietta Jarque firma este reportaje hoy en el BABELIA de El País, sobre Raymond Pettibon, que inaugura exposición el 22 de este mes en el CAC de Málaga.
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SUPERHÉROES EN CALZONCILLOS
A LA MAYORÍA de los artistas les complace ser considerados respetables ciudadanos que cumplen sin mucho arrepentimiento los preceptos de las instituciones y el mercado. De hecho, hace años que el mundo del arte ha dejado de ser terreno fértil para los que se sienten atraídos por el lumpen. Caravaggio era un pendenciero. Mató a un hombre en Roma. No fue asunto de amantes, ni de la mafia vaticanesca. Una simple apuesta sobre un partido de tenis. En las últimas décadas, el máximo irreverencial en el que ha incurrido un artista es fotografiarse desnudo con su amante: Jeff Koons apareció en los ochenta, en revistas y vallas publicitarias, con la actriz Cicciolina, en una serie de poses de pornografía blanda. Hoy sus trabajos resisten sin vergüenza el despilfarro de las grandes corporaciones museísticas.
Probablemente, Raymond Pettibon sea de los pocos autores, junto a Paul McCarthy, que mantiene una actitud provocadora frente al poder, lo que equivale a decir que ama la vida y el arte a pesar de sí mismo, pero también a pesar de todos los apóstoles de la crítica y los museos.
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Pettibon creció rodeado de cómics. Para él, leerlos de buena mañana era tan natural como lavarse los dientes. Sus primeros referentes artísticos fueron los artistas pop, quizá porque supieron desenmascarar las ilusiones de representación del heroico Expresionismo Abstracto. Sus "ficciones" -como así las llama- de finales de los ochenta copian el lenguaje de la televisión, el cine negro, las revistas, las novelas baratas y la cultura punk de la Costa Oeste americana porque, simplemente, le funcionan a la perfección como formas universales de expresión.
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Ángela Molina firma este otro texto sobre Pettibon, hoy también en el suplemento BABELIA de EL PAÍS.
1 comentario:
Ya podía caer por Madrid...
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