domingo, febrero 18, 2007

DISFRUTANDO CON LAS COSAS SENCILLAS

He llegado a una época de mi vida en la que con lo que más disfruto es con las cosas sencillas. Por ejemplo, una de las películas que más me han gustado últimamente es la titulada "Una vida por delante", dirigida por Lasse Hallström e interpretada por Robert Redford, Morgan Freeman y Jennifer López. En el film se cuenta la historia de una viuda maltratada que, con su hija adolescente, busca refugio en el rancho de su suegro, un viejo amargado por la muerte de su hijo, infausto suceso del que acusa a su nuera. Un sobrio relato que supera, en mi opinión, a todos los millonarios efectos especiales de otras cintas de gran presupuesto.

Por eso, cuando llegó a mis manos "Metralla", un tebeo editado por Sinsentido dentro de su nueva colección, Sin Nosotras, dedicada a novelas gráficas realizadas por mujeres, quedé gratamente sorprendido.
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Manuel Darias escribe hoy sobre METRALLA de Rutu Modan, y también una extensa necrológica sobre Robert Gigi, recientemente fallecido. Sigue en Diario de Avisos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí también me ha gustado mucho Metralla. Y me ha gustado mucho, como han de gustar, claro, las cosas que gustan, es decir, con todo. Con todos sus aciertos, con su bellísima estética cromática, con su veracidad, con su buen pulso para la alternancia del diálogo y el monólogo interior, con su olor a humus, a sal marina y a tubo de escape, que es a lo que huele todo Tel Aviv. Pero también con sus balbuceos e imperfecciones. Aunque éstos se olvidan y perdonan. Yo sí, al menos, porque hoy en día me es difícil entrar en una obra, en una historia de relaciones humanas como la que aquí se cuenta sin ruborizarme, sin dejar su lectura a la mitad (en el mejor de los casos) asqueado de tanta imbecilidad, de tanta monserga maquillada de diálogos aburridos, irreales y pseudotrascendentes

Por eso, y con todo, me gusta Metralla. Por su historia, y por el modo de contarla; por su no panfletarismo, por su no cursilería, por su no pretensión de trascendencia, por su honestidad para plantear, desde la (difícil) sencillez de la que habla Darias, una historia bella y sentida, sin perder la compostura.

Es una obra llena de silencios. Me encantan los silencios. Y nadie dibuja mejor las facciones de una israelí que la propia Modan, claro.

Por supuesto hay en ella páginas deshilachadas, presumibles (el árbol), pero luego hay otras hermosas, contenidas, sabiamente dirigidas hacia un algo inasible que conmueve (la playa).

La sensibilidad nunca tuvo que ver con la sensiblería. De esto último están los cines llenos, los libros llenos, los cómics llenos. La sensibilidad es rara y difícil de encontrar. La obra de Modan es una prueba de ello.

Pepo Pérez dijo...

No sólo es la sensibilidad, que a Modan le sobra. Metralla me parece cualquier cosa menos sencilla. Que sea sencilla de leer no quiere decir que lo sea de hacer.