viernes, marzo 23, 2007

NO ME INTERESA 300

No la he visto, como seguramente saben todos ustedes. Sí vi Sin City, y no me gustó nada. No entiendo la presunta virtud de que la pantalla se asemeje todo lo posible (y hasta lo imposible) a la página impresa (como no entiendo lo opuesto, que sea la plancha del tebeo la que mimetice hasta el calco la narración cinematográfica), no entiendo el malabarismo formal que, según yo lo veo, no va más allá de sí mismo: uno lo hace porque se puede hacer, y ya está. Y me parece triste que se ponga tanto esfuerzo, talento y dinero en adaptar las obras más planas de la carrera de un señor que llegó muy arriba y parece hoy estancado en lo esquemático "de tebeo", y me van a permitir lo peyorativo de la expresión, pero es que viene al pelo...
(...) (Y me van a perdonar, en fin, la perorata... pero es que voy estando un poquito harto de 300 y sus exégetas...)
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F. Naranjo no la ha visto.

3 comentarios:

Pepo Pérez dijo...

no, no sueñas. Lo que sucede es que yo "explicaba" cómo debía entenderse el post, digamos que "dirigía" su lectura e incluso respondía. Por eso lo he dejado tal y como está ahora, creo que es mejor así.

Anónimo dijo...

Bueno, en 20 Minutos sí la han visto:

http://www.20minutos.es/noticia/215385/0/arrestos/furia/Espartana/

Anónimo dijo...

Últimamente he leído mucho esto de que Sin City o 300 intentan asemejarse a las páginas de los tebeos. Y una cosa es que ambas incorporen imágenes de los respectivos cómics que adaptan, y otra que intenten ser tebeos en movimiento. Porque no solo no lo son, sino que, obviamente, no pueden serlo. El lenguaje, la gramática del tebeo, se construye a partir de la relación espacial que se establece entre las viñetas y su distribución en la página. Y eso, desde luego no es cine. De hecho, las pocas veces que el cine ha intentado ser cómic, o asemejársele, como en algunos momentos del Hulk de Ang Lee (con aquellas viñetas que aparecían en la pantalla) el resultado ha sido, al menos desde mi punto de vista, un tanto sonrojante. Sin City o 300 abren un nuevo camino (o lo recuperan, la pionera fue Dick Tracy de Warren Beatty), en el que el cine se apropia de imágenes, de una estética, de formas de resolver visualmente de un medio al que hasta ahora había contemplado únicamente como una fuente de conceptos; pero aún así, no se apropia de su lenguaje. Es algo que lleva pasando una y otra vez desde que se inventó el cine. Es un medio mestizo, en el que las innovaciones casi siempre consisten en fagocitar formas de hacer de otros, como el video clip, el documental, el teatro o los juegos de ordenador, aunque con estos, al contrario de lo que ocurre con el cómic, dado que se trata de medios audiovisuales, sí que se produce una “fusión” de lenguajes. Fusión que, cuanto más extrema y obvia, más estimulante me resulta. Ocurre en Domino de Tony Scott, en Roma, ciudad abierta de Roberto Rosellini o en Dogville de Lars Von Trier. Luego, esos caminos que abren películas como las citadas (y entre ellas incluyo a 300 y a Sin City) son transitados por otros cineastas menos interesados por las rupturas formalistas hasta convertirse en parte de la normalidad, en opciones tan válidas como la clásica (y todavía válida) planificación “Johnfordiana”.
De hecho, ya se está empezando a ver con películas como Renaissance (es una pena que sea tan plomiza), que sin adaptar ningún cómic utilizan una estética similar a la de Sin City. Por otra parte, la evolución del lenguaje del cine siempre ha ido pareja a la de la tecnología del cine. El sonido, el color, la steady cam, la pantalla azul, la animación en 3D, han cambiado la forma de rodar y por tanto, han ampliado las opciones de los cineastas a la hora de narrar, las nuevas herramientas han ampliado su, digamos, vocabulario. Y no es casual que sea precisamente ahora cuando el cine ha empezado a tirar del cómic de esta manera. Porque es ahora cuando puede hacerlo. Es algo contra lo que no se puede luchar. Aunque, por supuesto, luego cada uno es libre de rodar como le parezca. Pero que interesante es que ahora mismo uno pueda ir al cine y ver 300 después de El jefe de todo esto (con su pasarse por el forro los requisitos técnicos mínimos de un rodaje) o la última de Altman (y su clasicismo). no sé... creo que como espectadores estamos viviendo un momento emocionante, muy estimulante.