martes, noviembre 11, 2008

"PSICOLÓGICAMENTE CONVINCENTE"

A un cierto nivel, es un error percibir al sujeto como la unidad psicológica de una persona. Encontramos aquí el problema de que el carácter "psicológicamente convincente" del relato es una forma de resistencia frente a su impulso subversivo: cuando alguien se queja de que los personajes de una historia no son "psicológicamente convincentes", debemos estar atentos siempre a la censura ideológica implícita en esta crítica.

--A propósito, los problemas del presidente Clinton con las acusaciones de acoso sexual ofrecen un buen ejemplo del sesgo de clase en la percepción de algo como "psicológicamente convincente": la intervención de Katherine Willey en el programa de la NBC 60 Minutos pareció "convincente" porque transmitió la imagen de una mujer de clase alta, mientras que Paula Jones era vista como una mujer de baja estofa, en clara referencia a su aspecto de clase trabajadora (en una inversión del espacio ideológico típica de nuestros días, los aires de clase alta son paradójicamente mucho más frecuentes entre liberales de izquierdas [...] Sigue bien viva, pues, la vieja tradición teatral según la cual los conflictos psicológicos y las confesiones "convincentes" quedan reservadas a los personajes de clase alta, mientras que los personajes de clase baja intervienen solo para aportar un momento de distracción carnavalesca (chistes vulgares, etcétera).--

La ideología de los personajes "psicológicamente convincentes" nos da el mejor punto de referencia para apreciar el procedimiento característico de este autor, que consiste en lo que nos gustaría llamar la transubstanciación espiritual de los clichés vulgares; tal como muestra Fred Pfeil en su detallado estudio de un diálogo al final de la película, cada frase del diálogo es un cliché sacado de una película de serie B, pronunciada con la ingenua seriedad de un actor de serie B, y sin embargo la inmediatez de estos clichés ha desaparecido por completeo, transmutada en una profundidad pseudometafísica, (...). El efecto de conjunto de este retorno a la ingenuidad de los clichés es, de nuevo, una extraña desrealización de las personas, o más bien una despsicologización, que recuerda el ejemplo antes mencionado de los seriales mexicanos: ¿no parece como si la conversación de Jeffrey y Sandy hubiera sido filmada bajo esa clase de condiciones? Es como si en el universo del director la unidad psicológica de la persona se desintegrara, por un lado, en una serie de clichés, de comportamientos siniestramente ritualizados, y, por el otro, en estallidos de una energía psíquica (auto)destructiva de una intensidad insoportable, de lo Real en "bruto" y desublimado.

--Slavoj Žižek , LACRIMAE RERUM. ENSAYOS SOBRE CINE MODERNO Y CIBERESPACIO.

10 comentarios:

Pepo Pérez dijo...

El extracto de Zizek es en concreto sobre David Lynch.

Octavio B. (señor punch) dijo...

y en muy concreto sobre Terciopelo Azul, ¿no?
Estoy de acuerdo en lo de la "transubstanciación espiritual de los clichés vulgares" (luego nos llaman gafapastas, hablando de estas cosas...) en el cine de Lynch, es una gran teoría. De hecho, cuando se separa su obra en las "raras" verus las "normales" no suele atenderse a que realmente Lynch suele operar siempre del mismo modo, nunca es "normal", pues siempre utiliza estereotipos con efecto simbólico. Su J. Merrik no difiere demasiado de su Bobby Perú (salvo en su naturaleza particular, bondadosa o demoníaca)
Es curioso que la gente rechace estos modelos de representación cuando se llevan a primer plano, que realmente son mucho más ricos que ciertos naturalismos mal entendidos (porque carecen de discurso intrínseco... no sé si me explico).
En el cómic, por cierto, existen bastantes autores que revisten a sus personajes de pautas icónicas, Miller el primero (bueno, y los humoristas en general, pero come eso es para hacer ja-ja, se acepta sin problemas). Y vemos cómo el lector medio no entra en este tipo de juego, prefiere la apariencia naturalista cuando a menudo tiene mucho menos discurso, y de menor profundidad. Y sigo com Miller porque es paradigmático: incluso entre lectores supuestamente cultivados suelo leer que el último Miller es malo porque "no es profundo/complejo, como antes". Lo mismito que hace años me dijeron sobre Wild At heart a propósito de la aparición de la bruja y el hada.

Pepo Pérez dijo...

Tiene menos discurso porque el naturalismo suele ser más literal, más cerrado, más concreto, caben menos lecturas.

Sí, está claro que Miller (a su estilo) usa también procedimentos parecidos, quiero decir, recurrir a clichés de serie B (en el caso de Sin City, los pulps de género negro) para llevárselos a otro terreno. Con todas las diferencias de lenguaje (la imagen dibujada no es lo mismo que la imagen real del cine, etc.) y de estio respecto a Lynch. Lo que pasa es que... bueno, hay gente que los percibe como si fueran clichés literales. También hay que decir que Miller a veces ha caído en esa reproducción del cliché por el cliché, llevado probablemente por su amor al material original (sucede en los peores Sin Citys). En sus momentos más inspirados en cambio, su uso de clichés es sublime.

Volviendo al ensayo de Zizek sobre Lynch, es muy bueno, a la altura del director. Y sí, el extracto habla en concreto de Terciopelo Azul, pero luego analiza obras películas suyas.

Octavio B. (señor punch) dijo...

tomo nota de Zizek.
Y claro, sólo puse el ejemplo de Miller porque me saltó a la cabeza. No comparo medios sino que llevo a nuestro terreno viñetero el asunto. Otro ejemplo que me viene es La Voluptuosidad de Blutch (y me centro solo en construcción de personajes, no en ambientes entrarecidos), o el Jason que lo empezó todo, unos posts atrás.
Quizá en el cómic la sublimación de conceptos básicos a categoría de psicología del personaje se produce además por otras vías. Pienso en el grafismo, que entronca con cosas que se han hablado por acá: el dibujo en cómic entendido como "texto", como algo que también se lee y transmite mensaje. Los personajes envarados de Clowes, ¿no son "psicológicamente convincentes" mediante una forma de "transubstanciación espiritual" de determinados clichés gráficos, no sólo de elaboración de guión?.

Pepo Pérez dijo...

Creo que Blutch... bueno, creo que es otro rollo, no suele tirar mucho de cliché.

Sobre lo gráfico, sí, claro, estoy de acuerdo. Por eso Clowes ha hecho Ice Haven y The Death-Ray cambiando de estilo gráfico en las distintas "historietas" dentro de la historieta, casi siempre emulando viejos estilos reconocibles de la tradición del cómic.

Pepo Pérez dijo...

Volviendo a Lynch, la "segunda parte" de Carretera Perdida (gran película) consiste prácticamente en un cliché tras otro del cine negro, a veces exagerados hasta lo ridículo...

Octavio B. (señor punch) dijo...

"(gran película)"

(salvo lo de Marilyn Manson :P)
(pero sí, peliculón)

Anónimo dijo...

Estoy en parte de acuerdo sobre el cuidado ante lo psicológicamente convincente: en la parte que pudiera referirse a la percepción, como público, sobre lo ‘real’ en el tipo de comunicación pública que no es ficción –alguien se confiesa a cámara en un programa rosa, o alguien responde en una rueda de prensa, pe.-, porque ahí quizá no hemos desarrollado barreras de seguridad suficientes, como ante las ficciones que no engañan sobre su carácter de ficciones.

El concepto en si me parece válido, el que una creación –o sea, ficción- llegue a ser o deba ser psicológicamente convincente, independientemente o ‘por debajo’ del formato narrativo, pero se ha vaciado de contenido o quizá se ha pervertido/reducido hasta significar 'que se ajuste a un cliché elaborado', hablando de ficción, o, hablando de lo real en los medios, la actuación que nos gustaría ver ante una circunstancia de la vida representada a cámara –porque la cámara es Dios-, tan buena que no parezca un papel actuado, pero nunca ‘de verdad’, o sea, tan ambigua y llena de aplazamientos y equivocos como ante la vida real, en el Tiempo. O sea, que lo psicológicamente convincente vendría a dar, popularmente, en un personaje complejo, contradictorio, sí, pero, ojo, con todas las comas en su sitio, actuado, y siempre bien atado en el fondo, pese a todo lo anterior, por esa trampa llamada coherencia (que es el ajustarse a lo que se ‘debe ser’ en cada caso).


Sobre lo de la peli, es cierto, que la ficción también genera realidad, influye. Es conocido que los mafiosos empezaron a vestirse y actuar como en El padrino a raíz de la película. Que en una conversación normal deslizamos frases y gestos que hemos mamado en ficciones. Es un tema muy interesante en si, pero es que además se relaciona con el hecho de que verdaderamente, ante los demás, actuamos, y actuamos con una mezcla variable de consciencia e inocencia. No es una actuación tan ensayada ni estupenda como ante el ojo de la cámara, ni siquiera sentida como tal, incluso como digo desde la consciencia; es un amoldarse/sobreponerse a según las circunstancias previas y presentes, los interlocutores, nuestro ánimo… Y uno puede realmente llegar a tener momentos de puro cliché sentidos con total seriedad –p.e: el colega que se hizo rockabilly en la adolescencia, por decir uno evidente-. Y quizá, entonces, sólo se es de ‘verdad’ cuando se pierde el control (pero ni eso es seguro, porque no podríamos decir tampoco sin un abuso reduccionista que la identidad psíquica de una persona está ahí).

Bueno, vaya ladrillazo he soltado, ¿ein? Eso por provocar. 

(No, en serio, me ha gustado mucho. Tiene miga. Y me ha convencido para leerlo.)

(javi)

Pepo Pérez dijo...

Bueno, es un ensayo y por tanto, como cualquier ensayo, discutible. Dos aclaraciones, eso sí. A mí me interesa sobre todo el cuestionamiento de Zizek de lo que yo llamo aquí improvisadamente el "canon de lo psicológicamente convincente" que ha reinado (esto también lo digo yo) durante muchos años en la ficción, al menos en la ficción adulta. Y desde que el cómic empezó a llegar también a su edad adulta, es un canon que parece haberse impuesto como si la madurez artística del medio solamente pudiera pasar por los personajes "psicológicamente complejos" (psicológicamente naturalistas, de psicología "realista" y convincente), cuando eso depende mucho de lo que el autor ande buscando. Zizek parece avisar de que ese carácter "psicológicamente convincente" del relato puede ser engañoso, insiste en que los relatos más subversivos según él transitan por otros caminos, y a mí en esta cuestión me convence su argumentación.

La otra aclaración es que cuando se refiere a Lo Real está usando terminología de su maestro Lacan. No lo usa en el sentido corriente que usamos, como "realidad". Con lo Real alude en cambio a aquello que queda fuera del orden simbólico, aquello a lo que no podemos dar un significado, que no podemos traducir al lenguaje simbólico (por tanto tampoco a palabras) ni encajar en la noción de realidad que manejamos en cada época (noción que dicho sea de paso es cambiante, según los avances de la ciencia en explicar la realidad).

Anónimo dijo...

Creo que no estamos en desacuerdo... aunque podamos no emplear los mismos términos. Llámalo lo Real, la Vida, lo Verdadero, etc... llegar a sugerir o crear la ilusión de eso. Vale todo si se consigue, y yo también pienso que no hay una técnica o una forma privilegiada -subversivas incluidas, ojo- que de por si garantice el acierto o evite en su repetición mecánica el cristalizar en cosa muerta...

(javi)