PREVIAMENTE EN LOS ULTIMATES:
Al principio, fue la luz. No, en serio, quiero decir que a mí al principio THE ULTIMATES (Mark Millar y Bryan Hitch, Forum/Panini) me interesaron. Me pareció que podía dar juego el tono tan chungo de la serie, por ejemplo, con el asunto de los maltratos-violencia doméstica. Pero luego han dejado de interesarme rápidamente, en cuanto he descubierto que (¡ATENCIÓN! TODO TIPO DE SPOILERS):
a) las fórmulas argumentales que emplea Millar son las mismas en todas las series, y nunca mejor dicho lo de fórmula. Uno de los miembros del equipo "causa problemas", o disiente del resto (Hulk en la primera serie, Hank Pym en la segunda, Thor en la tercera), o les traiciona (alguno hay en la serie actual), y una buena parte de episodios se consumen en contar cómo el superequipo tiene que enfrentarse y machacar al disidente (y juzgar, en su caso) para meterle en vereda. Así sucedía primero con Hulk, luego con Hank Pym; más tarde con Thor, ahora en la serie en curso. En esta página de la primera serie le tocó cobrar a Bruce Banner alias Hulk (gracias a Toni Boix, de Zona Negativa, por pasarme algunos de los scans que he colgado aquí):
Una vez resuelto el problema interno, toca enfrentarse a alguna amenaza externa en una batalla que culmina con una destrucción masiva de dimensiones bíblicas: contra los aliens, contra una coalición terrorista internacional, contra lo que venga. Todo esto aderezado con abundantes escenas larguíiiisimas de diálogos preferentemente cool para mostrar las motivaciones y psicologías "realistas" de los personajes, y también con esas splashs finales que contienen alguna frase lapidaria (uno de los manierismos más notorios de la serie). Y, a veces, también con ingeniosas bromitas de oloroso oportunismo político, como en este ejemplo de la segunda serie, publicada, atención, a finales de 2003. Captad la idea:
¿Rendirme?
¿¿Rendirme??
¿Te has creído que esta letra que llevo en la cabeza significa Francia?
b) Sobre el tema gráfico. Aburre mucho el intento de que el tebeo parezca una "adaptación al cine" de Los Vengadores (lo reconoce expresamente Millar en las entrevistas), con esas viñetas "en cinemascope" y ese color uniforme donde no se distingue nada pero que intenta remedar la "dirección de fotografía" de una película, en lugar de explotar los recursos del color propios de cómic (quiero colores chillones y narrativos, que para eso son superhéroes). Aburren esos inexpresivos "actores" famosos para los personajes (Samuel L. Jackson/Nick Furia como el más reconocible), esos calquitos de Hitch para dar fotorrealismo a sus dibujos (su Bush se le parece unas veces, otras no) y esas escenas de conversación tan mal planificadas (qué feos, por otra parte, los primerísimos primeros planos seudofotográficos que mete Hitch en ellas para darles algo de interés), cuando lo mejor que se le da a este buen dibujante, con mucha diferencia, son las escenas de acción. Y sin embargo, Millar le obliga a dibujar conversaciones, una tras otra.
c) El Super Mamporrero Millar calza en sus tramas subtextos políticos de carácter "patriótico" estadounidense (y Millar es de Glasgow, UK) donde, básicamente, se tiende a justificar subrepticiamente la política de unos USA que, aun con sus "pecadillos" y "pequeños defectos", siguen siendo, recordémoslo, los buenos. Eso por no hablar de la distorsión puntual de hechos históricos terribles: ya me dio bastante asco aquello de que en realidad los que estuvieron tras el ascenso al poder de los nazis no fueron los hombres sino los Chitauri (es decir, alienígenas), siendo por tanto unos aliens, y no los hombres, los responsables del Holocausto. Y es que, amigos, en realidad las bombas atómicas las lanzó USA en Hiroshima y Nagasaki para acabar con los campos de entrenamiento alienígena. Tal como os lo cuento apareció en THE ULTIMATES vol. 2 (forum); menos mal que estos tebeos ya sólo los leen cuarentones y treintañeros como yo, y no niños de colegio. Pinchad, pinchad:
Porque, y esto es una opinión muy personal (como todo lo demás de este rollazo que estoy soltando aquí, evidentemente) me parece que existen algunas cosas reales, históricas, que no se pueden distorsionar ni emplear de ese modo en la ficción: llamadlo una reserva moral de guionista si queréis. Ahora bien, si todo esto ya me dio bastante asquito, ahora, con la serie en curso que está sacando ahora mismo Panini, THE ULTIMATES 2, Millar ha conseguido superarse.
ORIENTE MEDIO, HACE DOS MESES
¡He dicho "moveos"!
En la serie actual, y una vez resueltos los "problemas internos" (juicio a Hulk, detención del disidente Thor), los USA son invadidos a traición por unos superterroristas, que derrotan (a traición, insisto, usando trucos arteros y cobardes, es importante no perder de vista el detalle) a la línea de defensa estadounidense y por tanto a los Ultimates (a quienes previamente hemos visto intervenir en un país de Oriente Medio para quitarle misiles nucleares: sí, las armas de destrucción masiva existían, amigos). Una vez los malos han invadido la tierra de las libertades (los superterroristas derriban expresamente la Estatua de la Libertad en un par de viñetas) y se destapa la conspiración que se nos ha ido presentando poco poco en los primeros episodios, toca masacre general estilo 11-S en las ciudades principales estadounidenses, con robots gigantes destrozándolo todo a su paso. Pronto descubrimos que los malos son el superequipo de una coalición internacional (en la que están Rusia y China) para parar los pies a USA y que no sigan con sus ataques preventivos en el mundo.
Acto seguido, y sin que nada cambie, ni siquiera la mentalidad de los buenos-Ultimates, éstos destrozan sin piedad a los malos-cobardes y ganan la batalla, que para algo representan la libertad: el Capi remata a sangre fría -recuerda, son Los Vengadores- al líder de los malos, que es su contrapartida rusa; Hulk destroza literalmente a la Abominación, otro de los superterroristas. Todo esto aderezado, a lo largo de 13 interminables episodios, con muertes muy violentas en el bando de los buenos pero SÓLO de personajes secundarios, nunca de los héroes: la familia de Ojo de Halcón es masacrada, esposa, hijo pequeño, pero a él, oh, sólo le secuestran (aunque en principio parece que le hayan matado: ¡sorpresa! está vivo); hay algún otro Ultimate que parece morir pero en realidad reaparece luego, y la única baja real del bando bueno es, oh de nuevo, el mayordomo Jarvis, una maricona-criticona en manos de Millar, que palma de un disparo en la cabeza que le propina la Viuda Negra, alias la rusa Natascha Romanov (que era, por supuesto, la traidora dentro de Ultimates). Es especialmente fascinante fijarse, dicho sea de paso, en cómo emplea Millar la violencia, con qué liviandad, con qué gratuidad muere gente a mansalva en este trasunto superheroico del mundo real que son sus Ultimates, gente, eso sí, siempre secundaria, de la calle, y además a centenares: la referencia a que Hulk mató a 800 personas en su ataque de furia de los primeros números, por ejemplo, es una constante en la serie actual. Es el espíritu de la época, colega.
Mmmm.. sí, la verdad es que, tal como decía Alvy en los comentarios, THE ULTIMATES reflejan el mundo actual, aunque yo diría que sólo una parte: exactamente, el pensamiento neocon sobre cómo funciona el mundo... y cómo arreglarlo. Luego rajamos de los tebeos de Miller y sus mundos irreales-puros-maniqueos, pero flipamos con ULTIMATES o, al menos, no nos molestan demasiado. Y todo esto, escrito por un escocés que se define de izquierdas en las entrevistas (aunque luego dice que quiere ser Rob Liefeld porque es millonario). Vista así la cosa, tiene su mérito.
Disculpa, escoria. Estás chiflado y te vamos a tumbar.