LA ESCUELA BRUGUERA (Y 2)
Este mes sale a la venta LOS TEBEOS DE NUESTRA INFANCIA: LA ESCUELA BRUGUERA (1964-1986), de Antoni Guiral, segunda parte de su extenso y documentado trabajo dedicado a la Escuela Bruguera. La primera, publicada en 2005, fue CUANDO LOS CÓMICS SE LLAMABAN TEBEOS: LA ESCUELA BRUGUERA (1945-1963), y el nuevo libro que cierra su estudio sobre la Editorial Bruguera se edita en el mismo formato, con tapas de cartoné, 360 páginas y, atención, en esta ocasión con un DVD que recoge más de 300 páginas de material publicado por Bruguera.
Una reseña de 2005 sobre la primera parte:
Espectacular libro que es a la vez trabajo de investigación, homenaje y muestrario de páginas. Su objeto de estudio es el período más creativo de la mítica Bruguera, factoría editorial de la que surgieron algunos de los personajes más famosos que ha dado el cómic español, pura cultura popular patria (y en algún caso, internacional): Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Carpanta, Gordito Relleno, Doña Urraca, La Familia Cebolleta y una larga lista de seres creados para hacer reír que ya forman parte del inconsciente colectivo de varias generaciones. El tomo, abrumador tanto por presentación como por aporte de datos -junto al texto principal, se intercalan testimonios, cronologías, anécdotas y curiosidades, ocupando la parte final un completo fichero de series y creadores-, funciona como libro teórico y a la vez como tebeo, merced a las abundantes páginas de historieta y viñetas que se insertan. Originales de Ibáñez, Escobar, Peñarroya, Vázquez, Conti o Raf, entre otros muchos, son reproducidos a lo largo de las trescientas sesenta páginas de este trabajo firmado por el técnico editorial y guionista Antoni Guiral.
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¿Hay diferencia entre un cómic y un tebeo?
Sí y no. ‘Cómic’ es el vocablo importado de Estados Unidos para definir el medio de expresión, pero también se aplica a una revista o libro de cómics. ‘Tebeo’ es, y así lo indica la Academia de la Lengua, una publicación de historietas, de cómics, y así se llama por extensión de la popular revista ‘TBO’, que dio su nombre a todas las publicaciones de este tipo. Lo que ocurre es que, en nuestro país, hasta los años setenta todo el mundo hablaba de tebeos, y poca gente de cómics. ‘Cómic’ empieza a popularizarse a finales de los sesenta. De ahí el título de libro.
(...)
Como decía Manuel Vázquez Montalbán, «esos tebeos forman parte de nuestra crónica sentimental».
Formaron parte de nuestra cotidianidad, de nuestras relaciones personales… Además, fueron una crónica, algo distorsionada por el humor, de nuestra sociedad, de nuestro entorno social, político y cultural. En aquellas historietas estaban reflejadas muchas personas, sus frustraciones, sus pasiones, sus sueños y sus batacazos. Creo, sinceramente, que son materia de estudio para historiadores.
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Antoni Guiral, entrevistado por Borja Crespo en El Correo Digital
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