LA CENSURA DE LO POLÍTICAMENTE INCORRECTO.
En principio, y por principios, estoy en contra de cualquier tipo de censura. Me parece que alguien que reivindica la autoría debe de estar en esa posición. No creo que tenga que haber temas intocables al humor. Otra cosa es lo que uno voluntariamente desista de hacer. En mi caso, no haría chistes sobre enfermedades terminales, genocidios o desaparecidos, como los que hubo en mi país. Pero, aunque no me gusten, defiendo la posibilidad de que otro lo haga, y otra cosa será mi opinión personal. Pero la libertad de hacerlos es sagrada. Pasa que en esta época de correcciones políticas, la verdadera censura está en las ofensas que alguien se imagina que pueda producir algún tipo de humor. Pienso, y lo digo siempre, que si hoy viviesen Perich, Chumy Chúmez o Gila, tendrían dificultades para ejercer con libertad su humor. Ellos hicieron chistes racistas, machistas, sobre discapacitados, sobre minorías, etc., que hoy se considerarían políticamente incorrectos y, por lo tanto, estarían sujetos a la crítica "biempensante". Hace un tiempo, un colectivo de feministas, ante mi pregunta de qué pasaría si yo hiciese el humor de Maitena, me contestó que "me machacarían". O sea, que si no soy judío no puedo hacer chistes de judíos, ni hacer chistes de ciegos o sordos o cojos si no tengo esas discapacidades que me habilitarían para reírme de mí mismo o de mi circunstancia. Los límites se han movido de tal manera, que hoy es incorrecto hacer humor sobre determinados colectivos (...). Si bien la censura no la ejercen directamente los medios que publican chistes, éstos son sensibles a las críticas que reciben por publicarlos. Así, en la época en que no se cuestiona la libertad de expresión, ésta se encuentra limitada por el ejercicio de la censura de los lectores que se sienten legitimados para hacerla, aunque ninguno piense que de esa manera está actuando contra la misma. En fin, cuando el mundo progre se indigna, con razón, por el ataque a la libertad que significaron las críticas y amenazas que siguieron por las caricaturas de Mahoma, no reacciona ante la censura instaurada de lo políticamente correcto. Vamos, que no se pueden hacer chistes machistas, pero sí ofender a 1200 millones de musulmanes. La distorsión, la incongruencia, es total.
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Horacio Altuna, en un texto titulado LA (IN)CORRECCIÓN POLÍTICA, incluido en el volumen 2 de la colección dirigida por Antoni Guiral DEL TEBEO AL MANGA. UNA HISTORIA DE LOS CÓMICS (2. TIRAS DE HUMOR CRÍTICO PARA ADULTOS)
4 comentarios:
Estyo de acuerdo en todo. Los limites se los pone cada uno, pero la libertad de hacerlo es sagrada. Hay cada vez hipocresía y casi cualquier chiste de cualquier humorista de hace 20 años no sería bien recibido hoy según donde. A lo mejor el problema es precisamente que ya no están el Perich o Chumy Chumez.
Como estrambote a la cita de Altuna, creo necesario señalar el notable caso del humorista Jon Callahan:
http://es.groups.yahoo.com/group/modem/message/8
gracias, muy bueno, lo he subido.
Ojo, que el humor puede ser muy cabrón y muy cruel,donde el animus locandi solo es otra forma de enmascarar la brutalidad y la psicopatía.El humor negro funciona en abstracto, con caracter casi simbólico,cuando se concreta se acerca a la deshumanización.Que el insulto también puede ser un arte. Y la tauromaquia.Pero no vemos la sangre
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