SILLAS DE MONTAR CALIENTES
El Lejano Oeste americano es un territorio que se sitúa mucho más allá de unas determinadas coordenadas espacio-temporales. La construcción de su leyenda, cimentada sobre la violencia y la aventura, ha sido una tarea llevada a cabo por numerosos artistas que han conseguido convertir al Lejano Oeste en un estado emocional repleto de símbolos universales, cuyos límites están muy lejos del Río Pecos.
Así, el Oeste de John Ford no es exactamente el mismo que el de Sergio Leone. El de Sam Peckinpah no tiene mucho que ver con el de Howard Hawks. Es improbable ver a Blueberry y Lucky Luke cabalgando juntos. Sin embargo, aún con sus diferencias, hay códigos que se mantienen inalterables: la pistola tiene siempre la última palabra.
El Lejano Oeste es el lugar elegido por el francés Christophe Blain (Argentuil, 1970) para desarrollar la acción de su último tebeo publicado en España, Gus (de la mano de Norma Editorial), primer álbum de una serie que aún continúa desarrollándose en su país de origen. Blain es una de las tres patas que componen el trípode de lo que muchos críticos ya consideran la Nouvelle Bande Desinée (en un poco imaginativo remedo de la Nouvelle Vague cinematográfica); las otras dos serían Joann Sfar (Niza, 1971) y Lewis Trondheim (Fointanebleu, 1964). Considerados como artífices de una revolución dentro del cómic francés, espíritus libres alejados de los convencionalismos, lo cierto es que ninguno de los tres renuncia a lo convencional para construir sus obras, más bien se nutren de ello.
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Pablo Ríos, en Málaga Hoy. Sigue leyendo
6 comentarios:
A lo mejor son cosas mías... pero, ¿no hila muy fino respecto a la comparación con "El amante del amor" de Truffaut? A mí, en principio, no me parecen que tenga tantas similitudes con el cómic de Blain. Por otro lado, es una lástima que en un cómic como este tan lleno de recursos pura y exclusivamente propios del cómic se caíga en la manida comparación (ojo, que todos hacemos estas compraciones, yo incluido) con la obra de un artista ajeno al medio como es Truffaut.
Aparte de ese pequeño apunte, me parece una excelente crítica.
grasias pablo!
macho, fino no, finísimo, jojo! pero era una impresión que me dio y me dije, hostia, pos lo pongo. lo de las comparasiones con otras artes... hombre, a mi a veses me tocan la polla y a veses me paresen guai, por contextualisar y tal. de todas maneras, en este caso concreto, fue más un rollo mio que un hecho: no tengo ni idea de lo que opina blain del "amante del amor"! a lo mejor le parese un mohón, jojo!
De nada, tocayo. ;-D
" pero era una impresión que me dio y me dije, hostia, pos lo pongo."
Tu impresión no te engañaba. El cine favorito de Blain es el de la nouvelle vague, y dentro de éste, especialmente el de Truffaut. Dicho de su boca en una entrevista que le hice en Barcelona en el último Saló. De hecho, yo creo que la temática básica de GUS sí es parecida a la deEL AMANTE DEL AMOR de Truffaut, aunque ni el tratamiento de la historia (farsa de cartoon en GUS, naturalista en el film de Truffaut) ni la ambientación (Far West en GUS, contemporánea en el film de Truffaut) tengan que ver.
Y que una cosa es que el cómic tenga poco que ver con el cine en su lenguaje, y otra muy distinta que los autores no reciban influencia de películas que han visto, libros que han leído, etc. Blain, de hecho, dice leer pocos tebeos actuales.
A mi me parece que Blain se recrea en lo visual, donde logra una gran vistosidad plagada de recursos. En el guión sin embargo creo que no aporta demasiado, no es unicamente aventura ni tampoco humor, porque no consigue hacerte reir. Le falta algo para emocionar, me ocurrió lo mismo con Isaac el Pirata. Un gran dibujante pero........
Bueno, es que a lo mejor no busca emocionar. No te lo digo seguro, pero sí es un factor a tener en cuenta. Que no todo se hace con fines emotivos. ICE HAVEN, por ejemplo, que para mí es un ejemplo muy claro. El BARDÍN de Max, por ejemplo. Incluso EL FOTÓGRAFO no busca tanto emocionar como documentar, y por eso tiende a evitar los trucos de dramatización al uso. Etcétera.
Sí es verdad que GUS emplea recursos humorísticos sin ser realmente gracioso. Y entiendo las pegas que se le puedan ver. A mí me gustó mucho, me sorprendió bastante, pero entiendo que no le guste a todo el mundo. Además me parece una apuesta arriesgada y en algunos aspectos radical. No sé, a lo mejor me lo releo dentro de un tiempo y no me gusta, ya te digo.
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