domingo, octubre 01, 2006

GAGO Y LOS DERECHOS DE AUTOR

Pero volvamos a lo ocurrido con "El Guerrero del Antifaz". En 1946, dos años después de su aparición, el editor Juan Puerto Belda presenta un dibujo de Manuel Gago en la Propiedad Industrial y registra a su nombre el personaje y su imagen sin que, al parecer, su creador supiera nada al respecto. El historietista ganaba entonces seiscientas pesetas por cuadernillo terminado. En 1947, el dibujante firma un contrato con el editor, a propuesta de éste, por el que recibía mil doscientas pesetas por cada ejemplar realizado, con la condición adicional de que trabajara en exclusividad para Editorial Valenciana. Pocos años después, en 1949, el editor propone un nuevo contrato a Manuel Gago por el que, a cambio de un aumento en su remuneración por cuadernillo acabado, que pasaría a tres mil pesetas, el dibujante cedía la propiedad literaria y artística de todos los trabajos realizados para la Valenciana hasta entonces. El convenio tenía también una curiosa cláusula: la empresa se comprometía a "proporcionar trabajo continuado al señor Gago, siempre que él mismo tuviese, a juicio del editor, la suficiente calidad y esmero".

Desde hace ya bastantes años, la familia Puerto, beneficiaria de Editorial Valenciana, y los herederos de Manuel Gago, están litigando por los derechos de autor de este último. En primera instancia, un juez da la razón a la familia Gago estimando mala fe en el registro de la revista "El Guerrero del Antifaz" ya que, "aunque existían unos contratos, aquellos sólo autorizaban la cesión de la propiedad de cada cuaderno y derechos de edición de la colección". Ahora, la Audiencia Provincial de Valencia, en un reciente fallo, entiende que no hubo mala fe por parte del editor, indicando que entonces era obligatorio registrar la marca en la Propiedad Industrial y añadiendo luego que, hasta el momento de su muerte, Manuel Gago no había realizado ninguna reclamación al respecto. El magistrado subraya, por otra parte, la existencia de los dos contratos anteriormente mencionados en los que el historietista cedía "la propiedad literaria y artística de los cuadernos y colecciones", destacando igualmente la gran diferencia de precios entre ambos acuerdos por los que se denotaba "sin duda, el gran éxito obtenido por la colección".

Hasta aquí, un breve resumen de los hechos históricos acontecidos. Ahora toca dar, una vez más, mi opinión al respecto.

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Manuel Darias, hoy en Diario de Avisos. Su artículo continúa aquí

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que triste, la verdad.
Supongo que en momento como este, se entiende mejor que justicia no es más que una idea; el poder judicial aplica la ley.