CONCIENCIA Y MEMORIA
De chico de los recados en un taller de decoración a dibujante de historietas. No ha tenido más oficios. Quiso ser historietista desde niño, mientras se criaba en los Hogares del Auxilio Social franquista que más tarde retrataría de forma crítica en la serie “Paracuellos” (1976-2003; Glénat). Allí, a base de hostias, de hambre y de frío, Carlos Giménez (Madrid, 1941) forjó su carácter rebelde y obstinado. Deambuló por diversos Hogares entre los cinco y los trece años porque su padre había muerto de una trepanación de oído y su madre, tras enfermar de tuberculosis, no pudo hacerse cargo de la familia. Carlos, el menor de tres hermanos, salió con catorce años del Auxilio Social para reencontrarse con su madre y con la vida en Lavapiés que más tarde evocaría en la serie “Barrio” (desde 1977; Glénat).
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Así comienza el artículo sobre Carlos Giménez que publica este mes la revista Rockdelux. Junto a dicho perfil, reseñas de tebeos: MAUS de Art Spiegelman, LUCILLE de Ludovic Debeurme, ASA EL EJECUTOR de Kazuo Koike y Goseki Kojima, y JULITO EL CANTANTE COJITO, de Hernán Migoya y Juaco. La foto de Carlos Giménez de allí arriba es de Manuel Bartual.
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