domingo, septiembre 11, 2005


LO METAFÓRICO Y LO LITERAL

A ver si es verdad lo que Grant Morrison nos cuenta en sus tebeos y entrevistas sobre que, cuando se "convocan" a las cosas y personas, acaban "apareciendo" (ja, ja). Lo digo porque, tras sacar a colación a Morrison en el blog, acabo de descubrir un comentario que Durán (imagino que nada que ver con Luis Durán) había dejado en el cuadradito sobre un post de hace ya tiempo, CLÁSICOS Y POSMODERNOS, comentario en el que incluye (gracias, Durán) un enlace donde los chicos de ZONA NEGATIVA reseñan una reciente entrevista a Grant Morrison, el guionista de LOS INVISIBLES (Norma/Planeta DeAgostini), ANIMAL MAN (Norma) o EL ASCO (Norma). En dicha entrevista, Morrison alaba el último EIGHTBALL de Clowes que ya se comentó por aquí, pero, además de eso, el autor escocés habla también del uso de metáforas en sus historias. Les dejo un momento para que lean lo que resumen los chicos de Zona Negativa al respecto (o si quieren, la entrevista entera: incluyen enlace a ella) y luego retomo.

[Momento Viaje a la Zona Negativa]

Ya hemos vuelto. La cuestión es que, no sé si es casualidad “mágica” o no, pero resulta que todo esto me pilla escribiendo este post sobre CABALLERO DE ESPADAS, de Luis Durán, un autor español más que interesante del que, sin embargo, prefiero sus obras de hace algunos años a lo que está haciendo ahora. Explico por qué.

Hay una cosa que me sorprende en sus últimos trabajos, y más porque Durán es alguien que siempre ha dado una gran importancia a las metáforas y símbolos en sus obras, y que sabe, porque es un autor muy listo, la importancia que tienen las metáforas en la ficción. Pues bien, la cosa que me sorprende es que Durán cada vez usa esos símbolos y metáforas de modo más explícito y evidente: porque él mismo se encarga de explicar su significado.

Para que las metáforas funcionen como es debido -véanse sus espléndidas VANIDAD (2001, Sin Sentido), LA TIERRA NEGRA (2002, De Ponent), o ATRAVESADO POR LA FLECHA (2002, Astiberri)-, no deben hacerse visibles, no deben ser evidentes, no deben estar explicadas. Deben estar integradas en la narración, sin coartar a ésta ni entorpecerla, de manera que lo que fluya sea dicha narración y, al hilo de ella, el autor codifique los símbolos o metáforas que se desee manejar. Porque, cuanto más discretas, ambiguas y codificadas estén esas metáforas, más quedan a nuestra libre interpretación, más sitio hay para que vuele nuestra imaginación y nuestro inconsciente, más espacio poético permiten.

Es lo que sucede en historias clásicas como LA ODISEA, LA ENEIDA, la mayoría de las de LA BIBLIA y veinte mil historias más. Es lo que pasa con autores como Burns, Clowes o Blutch, o con las mejores historias de superhéroes. Es lo que sucede también, precisamente, con las mejores obras del propio Durán. O con EL VIAJE DE CHIHIRO, película de la que ya hablé al empezar este blog. Conviene recordar, para que se me entienda, lo que entonces decía acerca de ella:

--------"Y si aceptamos que ciertos símbolos pueden ser mucho más efectivos para expresar emociones (o sea, ideas), los autores de ficción serán más eficaces cuanto más capaces resultan de "camuflar" el sentido de su obra a través de metáforas, en lugar de explicitarlo con mensajes directos. Por supuesto, esa introducción de símbolos o metáforas no tiene por qué producirse siempre de manera intencionada o consciente por parte del autor: recordemos que el autor también es un ser humano y, como tal, su inconsciente también está hablando por él cuando escribe una historia, la filma o la dibuja. Es más: los mejores artistas, eso creo, son aquellos que consiguen trabajar más directamente desde su inconsciente.

Un ejemplo de cómo las metáforas de la ficción pueden afectar a nuestro inconsciente: que levante la mano quien, viendo la película EL VIAJE DE CHIHIRO (Hayao Miyazaki, 2001), con todo su prodigioso mundo imaginario y animista, se emocionó con determinadas escenas y personajes sin saber bien por qué, sin entender del todo qué claves racionales existían detrás de esas escenas y personajes. Yo al menos recuerdo haberlo hecho en: a) la escena en que los padres de Chihiro se transforman en cerdos; b) la escena en que la bruja Yubaba le "roba" el nombre a Chihiro; c) todas las escenas en las que salía el personaje sin rostro; y d) la inolvidable escena en el tren poblado de sombras que viaja a través de un paisaje anegado por el mar.

Pregunta: ¿por qué esa emoción? No había mensajes claros, no había contenidos explícitos ni aparentemente profundos.

Respuesta: la emoción surgía porque los símbolos y alegorías de esa película eran captados directamente por nuestro inconsciente, que los entendía y decodificaba tan fácilmente como nuestro consciente decodifica el lenguaje literal. En otras palabras: porque la metáfora es el lenguaje del inconsciente. Analizando CHIHIRO, ya en casa después del cine, busqué sentidos a esos símbolos: por ejemplo, lo de robar el nombre. Nada más llegar Chihiro al mundo imaginario, le avisaban de que si no conseguía un trabajo, "desaparecería". Chihiro, para no "desaparecer" conseguía trabajo al firmar un contrato (de trabajo) con la bruja Yubaba, contrato por el cual ésta le "robaba el nombre" a Chihiro. Es decir, le negaba su condición de ser humano, la alienaba. El tema social estaba ahí, sólo que no de manera evidente ni literal."
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Sin embargo, en las últimas obras de Durán, las metáforas están cada vez más explicadas por el autor en escenas cuya única finalidad es ésa precisamente: explicarlas. Y da la sensación de que Durán construye toda la historia en torno a esas escenas concretas.

Esto ya le sucedía hasta cierto punto en ÁLGEBRA (2004, Astiberri), y ahora también en CABALLERO DE ESPADAS (2005, Planeta DeAgostini). En esta última historia maneja varios símbolos. Una carta concreta de la baraja, precisamente el caballero de espadas, que camina hacia delante pero mira hacia atrás. Las dos manos enfrentadas como en un espejo, como símbolo del eterno retorno y también de dos (o más) posibles itinerarios del yo. La llave que está en el fondo del mar como equivalente al sendero de migas que nos guía por la vida (del sentido a la vida). Los relojes dotados de alma. La muerte, que está encarnada en un personaje que, además de ser un asesino a sueldo… tiene el aspecto cadavérico de una representación clásica de la muerte.

Y, a partir de esas metáforas y símbolos, Durán construye la historia de CABALLERO DE ESPADAS. Cuando digo la historia, me refiero a las escenas, los personajes, los diálogos, todo. Una historia que, por eso mismo, apenas existe y transcurre de modo leve, supeditada a las metáforas, como una tramoya demasiado evidente. Porque todos los personajes, desde el principal hasta el último secundario, o esa es la sensación que me transmiten, están pensados únicamente para justificar las escenas del tebeo donde, precisamente, esas metáforas se explican de modo expreso, ya en texto de apoyo, ya en diálogos.

Ejemplo: en cuanto aparece la carta del caballero de espadas, símbolo principal del tebeo puesto que ése es su título, CABALLERO DE ESPADAS, Durán explica el significado del símbolo en boca del personaje protagonista: "¿Sabes quién es el caballero de espadas? Es un joven que cabalga hacia la izquierda, hacia el pasado… al caballero de espadas el futuro le tortura… y el pasado le encadena”. Lo pueden ver ahí, en la página que les he colgado.

Más explicaciones sobre las metáforas, esta vez sobre el significado del símbolo de las dos manos reflejadas que Durán dibuja muchas veces a lo largo del álbum. Dice una señora cuyo papel no me queda claro en la historia: “…Y claro, ¿qué es el eco sino el doble o reflejo de las palabras y las cosas? Así que aquellos bondadosos lugareños concluyeron que si Mathius había surgido de aquel pozo… su doble o reflejo no debería de andar muy lejos. Mathius me contó que desde entonces iba de un lugar a otro buscándolo. O quizás lo que dijo fue… buscándose”. Ajá, ya lo pillo.

Con los relojes con alma sucede lo mismo. Hay varias explicaciones sobre ellos y sobre la relatividad del tiempo, sobre “experimentos de simultaneidades contingentes entre dos relojes alejados… y coincidencias arbitrarias entre tiempo y espacio”. También hay alusiones a las mútiples posibilidades y opciones que sólo se definen cuando uno elige (cosa, que por cierto, y como Durán sabe, tiene que ver con la física cuántica: la realidad no existe de modo absoluto, sino como una probabilidad, y es precisamente la presencia de un espectador la que convierte esa probabilidad en algo concreto: en otras palabras, es el observador el que "construye" la realidad).

Con el símbolo de “la llave que está en el fondo del mar” sucede lo mismo: es decir, que también está explicado de modo explícito. Vemos cómo el protagonista al fin la escoge en el desenlace del álbum… y en la última viñeta vemos también cómo encuentra una “cerradura” (llena de estrellas) donde poder usarla. Pero es que resulta que, justo al comienzo del álbum, en la página 3, un narrador omnisciente (Durán, claro) nos ha dicho lo siguiente en el texto de apoyo: “A todos los niños que no desean regresar… al nacer se les dibuja en la frente la marca de un fórceps. Es fácil reconocerlos, pues caminan por la línea de la vida como si lo hicieran por un sendero sin migas de pan… y cualquier sendero sin migas de pan es una farsa… lo mismo que cualquier fondo del mar sin llaves”. Ajá. La llave del fondo del mar. Que es lo que el protagonista ha elegido al final del álbum. Llave que le permitirá abrir la cerradura llena de estrellas. Llave que Durán ha dibujado varias veces en diversas escenas a lo largo del álbum, volando por el espacio hasta llegar a una de las manos simbólicas (como se ve, por ejemplo, en la página que les he puesto ahí arriba, aunque eso mismo lo dibuja otras veces).

Y, claro, las metáforas así no funcionan, o no funcionan en su máxima expresión. No te hacen cavilar, o te hacen cavilar más bien poco: es que hay poco que pensar sobre ellas porque el autor ya se ha encargado de explicártelas, impidiendo con ello varias de las posibles interpretaciones. Además, al trasladar la metáforas al lenguaje literal (explicándolas), éstas tampoco consiguen hablar a nuestro inconsciente. El resultado queda, en todo caso, como un ingenioso juego intelectual para nuestro consciente, pero no logra trascender a éste, que es lo que sucede en las mejores historias. Y Durán sabe hacerlo; lo ha hecho en obras anteriores. Sin embargo, esto es como si un mago hiciera un número de magia.... habiendo explicado cuál es el truco antes de ejecutarlo.

Y, precisamente, al resultar tan obvias las metáforas (porque son explicadas), lo que sucede, al menos a mí, es que tras pasar la última página del álbum me olvido de ellas rápidamente: apenas queda nada por pensar, por interpretar. Con el añadido de que, al primar el autor en la historia su interés por explicar todas esas metáforas en lugar de insuflar vida a sus criaturas, los personajes -supeditados a las metáforas- aparecen ante el lector como cáscaras vacías que poco o nada tienen que ver con nosotros. Fantasmas que deambulan por la narración como títeres al servicio de un demiurgo al que sólo parece interesarle explicar los símbolos de su tarot personal.

De este modo, tras cerrar el tebeo, en lugar de quedarme un buen rato en el universo mental de Durán, o incluso de volver a él en los días siguientes, lo abandono rápidamente. Y con la sensación de que para este viaje no hacían falta tales alforjas. O, mejor dicho, de que hacían falta unas alforjas menos cargadas.
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(imagen: página de CABALLERO DE ESPADAS, guión y dibujos de Luis Durán, 2005, Planeta DeAgostini)
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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pepo, una entrada tremenda, me dejas pensando. ¿Qué es y cómo actúa el símbolo?. realment6e, estoy de acuerdo con tu idea: a más subliminal, más real y poderoso.
En todo caso, y como no soy asiduo de Durán (tres cosas le he leido, la más "nueva", Antoine de las tormentas), poco puedo decir de su evolución (salvo que es un monstruo, un estajanovista del cómic...qué fenómeno,¿va a pilas?;) ). No obstante, la sensación que me da Durán es contradictoria: fascinantemente personal, puede correr el peligro de quedar encerrado en su propio mundo, sus imágenes, sus cadencias (esa pausa al contar, ese algo especial...), y amanerar en exceso un discurso que, por ahora y en lo poco que le conozco, me parece muy bueno.
Vamos, que podría ocurrirle lo que a Julio Medem, pa entendernos.

Pepo Pérez dijo...

Te entiendo cuando mencionas a Medem (en una decadencia alarmante desde LUCÍA Y EL SEXO y su PELOTO VASCO) y creo que es lo que, en cierto sentido, le puede suceder a Durán.

A mí desde ÁLGEBRA me parece que puede haber entrado en una etapa manierista en la cual todos sus rasgos de estilo anteriores se están convirtiendo en repeticiones barrocas y discursivas de esos mismos rasgos que él ya justifica per se, sin mucho más detrás.

Pero, vamos, yo tampoco digo que no me equivoque. Sí sé que ahora sus tebeos me interesan menos que antes, y he intentado comprender y argumentar por qué me pasa esto.

Si Durán lee esto, espero que, al menos, le haga dudar. No digo que le convenza, que ni yo soy más listo que él ni tampoco soy quién para decirle qué debe hacer, pero sí, al menos, hacerle dudar.
No obstante, tengo ganas de leerme su nuevo libro en De Ponent, que me da buenas vibraciones por el tema que he leído que tiene. Cómo nace la ficción popular y cómo ésta influye en la realidad de la gente, si no me equivoco.

Y lo del rollo las metáforas-mejor cuanto más subliminales, lo sabe Durán (o lo sabía) y los mejores escritores. Es muy antiguo. Incluso anterior a Homero.

Pepo Pérez dijo...

Y por supuesto, nada de esto obsta a sus obras anteriores que me gustan, claro. Durán tiene muy buenas obras, ya lo digo en el post. Mis favoritas son VANIDAD, LA TIERRA NEGRA (ésta me fascinó) y ATRAVESADO POR LA FLECHA (ésta es algo más clásica, pero también muy bien).Y en sus primeros trabajos también tiene cosas muy interesantes.

Además, pienso seguir leyéndolo. En cuanto pueda, su nuevo libro.

Estoy mirando ahora mismo en internet la portada de NUESTRO VERDADERO NOMBRE, el nuevo de Durán en De Ponent y la verdad es que me mola un huevo. A mí las portadas de Durán no me suelen gustar precisamente, pero ésta me encanta.

Anónimo dijo...

yes, nada que ver con Luis Durán

Juro por Dios que (quizas) nunca, aunque las habia detectado y "decodificado" varias veces mientras veia un comic o libro (o pelicula), le habia dado tanto valor al concepto de "metafora" (¿de estructura? ¿semantica? que nombre tiene este tipo de "metafora" para distinguirla de la otra metafora comun de la poesia? perdon la ignorancia) que se esta comentando ultimamente por aqui. Quiero decir, nunca le habia dado tanto valor MIENTRAS no estuvieran acompañadas ADEMAS con buenas tramas, buenas resoluciones, buenas vueltas de rosca, buenos personajes, buenos recursos estilisticos, etc. Y ni aun asi, hubiese creido que REALMENTE son efectivas entre la masa de lectores y las consideraba un cierto juego intelectual autor-lector, aunque nunca el valor fundamental de la obra (MIENTRAS no sean por motivos politicos, de censura, por ejemplo).

Repito, muy bueno el blog.

DuranKkk, argentino
(el hombre sin 'in' ni 'sub' consciente)


(...cada vez son MAS DIFICILES estas "palabras de verificacion"... llegara el dia en que consigan descartarme como spam)

Pepo Pérez dijo...

Buena pregunta sobre qué tipo de metáforas son. Pues yo tampoco lo tengo claro, no soy ni semiológo ni filólogo. PEro sí hay que tener presente para catalogarla los dos lenguajes del cómic, el visual (dibujo) y el literario (texto).

Las metáforas no tienen por qué existir en toda narración, creo, eso queda ya a gusto de quien escribe libros o tebeos.

Pero, si se usan metáforas, y gran parte de la ficción las usa (depende también del género de ficción de que se trate: no es lo mismo, por ejemplo, escribir unas memorias que una narración épica, por ejemplo), creo que el mejor modo es usarlas como eso, como metáforas.
Porque si las explicas estás desvelando el "truco". Rompiendo el misterio, la magia.

También todos los cuentos populares (Caperucita Roja, etc.) están llenos de metáforas, como bien sabe Durán (el otro Durán). Porque la metáfora es el modo que tiene de expresarse el inconsciente colectivo en la ficción que pasa a ser popular con el transcurso de los años y siglos. Hablando de esto, mmm,, tengo ganas de ver como cuenta esto Durán en su nuevo libro...

La historia de Jesucristo está llena de metáforas también. La Ilíada es una metáfora tras otra; bueno, en general toda la ficción que se ha convertido en mitología se nutre de la metáfora.

Y en la ficción moderna pues claro, se sigue utilizando porque la ficción, al fin y al cabo, funciona de modo parecido a los sueños. Al inconsciente. Y la metáfora es su lenguaje predilecto.

Anónimo dijo...

perdon, quise decir "juego intelectual EXTRA entre autor-lector". Ademas si bien comente que (siempre personalmente), estas metaforas no suelen impactar mas que la historia convencional en si, lo cierto es que ese jugueteo extra es estimulador.
Es muy cierto todo lo otro que comentas.

Ahora, que pasa con la intencionalidad o no del autor de poner esas metaforas alli? Recuerdo un comentario hace poco en un foro que contaban que Carlos Trillo se habia sorprendido tremendamente (je je casi hasta el enojo), cuando en Francia habian hecho un analisis tan minucioso (y distinto) de una obra, que el autor juraba y perjuraba que eso no era lo que significaba, y que como tenia plena consciencia de lo que habia querido decir, no se explicaba como habian llegado a ese punto. En ese foro tambien se comentaba sobre lo valido o invalido que es, por parte de la critica, hacer ciertos analisis incluso CONTRA la version tajante del autor en otro sentido.

Pepo Pérez dijo...

La interpretación que hicieron sobre la obra de Trillo me parece, aun sin haberla leído, muy bien. Aunque no fuera la intención del autor.

Quiero decir: si un autor no explica demasiado su obra, o sus metáforas, lo que va a suceder es que cada espectador la va a entender a su manera. La obra "deja de ser suya" para pasar a "pertenecer" al público de la obra. Esa es la grandeza de la ficción, o de cierta ficción: que deja libertad de interpretación al espectador. Para mí, en la ficción moderna el papel del autor debe ser discreto: debe retirarse y no indicarlo todo, no "poner flechitas" explicatorias. Debe dejar sitio al espectador, y el espectador se lo agradecerá porque disfrutará más de la obra. Es lo que creo.

Claro que si el autor te explica algunos, o todos, los posibles significados de su obra, y dentro de la propia obra, esa posibilidad desaparece.
Yo no digo que CABALLERO DE ESPADAS esté totalmente explicado, ni que quepan varias interpretaciones de algunas cosas, pero sí me parece que hay una intención del autor de explicar demasido los símbolos que maneja. Y, además, de construir la historia en torno a ellos.
Y yo creo que debe hacerse justo al revés. En mi opinión.

Eso que todos tenemos, ya se sabe. Una opinión.
Y esa opinión es la que he intentado argumentar.