lunes, agosto 22, 2005


CANON-BALL

Álvaro Pons me envía a modo de respuesta un nuevo y apabullante e-mail que, estoy seguro, va a hacer pensar a más de uno (y eso espero: ANÍMENSE los demás). Aquí se lo dejo. Al habla Álvaro:

"Comentas que tú sí que crees en el canon. Pues aquí tenemos un punto de discrepancia. Yo no, y me explico.
El canon es una lista más, que nace como bien dices del consenso de un grupo de personas interesadas en el tema (artistas, críticos...), pero que no deja de ser un lugar común en la subjetividad. Alzar a la categoría de objetiva esta condición no es más que una sutil perversión de su concepción."

"Porque cuando uno juega a su canon particular, está cumpliendo las reglas de lo unívocamente subjetivo, como yo hago en La Cárcel, pero en ningún momento debe perder el norte de que esas consideraciones pueden ser contraargumentadas. Cuando yo me hecho las manos a la cabeza si veo a alguien que no le gusta THE SPIRIT, no dejo de intentar prolongar mis gustos hacia los demás, usando argumentos externos de autoridad como ese supuesto consenso de críticos."

"Aceptar en arte la existencia de un canon me parece una perversión del concepto mismo del arte que sólo responde a nuestra atávica costumbre de querer imponer nuestros gustos (creencias o ideas) sobre los demás, oculta esta vez tras el argumento de autoridad de la objetividad del canon."

"No, yo soy de los que piensan que el arte es una percepción única que nace de la relación autor/receptor, que hace que cualquier argumentación de objetividad se derrumbe. Es cierto que se puede llegar a consensos, muy amplios si se quiere, pero que no son sino resultado de la universalidad del mensaje. Significa eso que existe una relación entre universalidad y objetividad? Evidentemente no, es útil, sin duda, esa relación, ya que permite una discrminación previa a la hora de elegir a qué obras atender, pero no puede sustituir nunca al criterio propio. Si al final ese criterio personal se adapta a uno de los grupos de consenso, perfecto, pero no debería ser obligatoria esta adscripción."

"Se podría hacer un símil político: existen diferentes ideologías, que se adscriben a grupos de consenso (partidos), pero en modo alguno se puede afirmar que uno de los dos tiene la verdad, salvo por la percepción subjetiva que tenemos.

"Y más en la crítica: tú pones como ejemplo de hablar de una obra que no te ha gustado el contenido en el argumento del Lupus de Peeters. Y sin embargo, a mí me ha gustado mucho. ¿Quién de los dos tiene razón? La manera de Peeters de mostrarnos los claroscuros de la amistad, sus debilidades y sus virtudes me ha parecido de una sensibilidad exquisita,
pero a ti no te ha parecido lo mismo. ¿Y?"

"Tú has aplicado tu criterio con coherencia y yo el mío, ambos son válidos y, en el fondo, ambos son un canon, contrapuesto pero correcto (lo no está en desacuerdo de tu concepción de rigurosidad en la crítica, sobre todo en los aspectos técnicos).
Debe ser el lector de la crítica el que decide a cuál de las dos opiniones seguir, aplicando su baremo personal. Porque en el fondo, la crítica no deja de ser una interpretación del arte, una forma de opinión que el lector del crítico debe saber filtrar según sus propios criterios."

-----A lo único que, de momento, me gustaría responder a Álvaro es sobre su símil entre los grupos de consenso de la crítica y los partidos políticos de diferente ideología, que me parece muy acertado. Es cierto que ninguno de los partidos tiene la verdad absoluta, pero también es cierto que, al menos por lo que respecta a los partidos mayoritarios, y aunque sean de ideologías enfrentadas (piensen en PSOE y PP, por lo que a nuestro país respecta), SÍ comparten el mismo punto de vista sobre las cuestiones institucionales más importantes, cuestiones sobre las cuales sí existe un consenso. Pues en términos de crítica artística, ese consenso básico sería el canon. Acaba Álvaro:

"Y abro una línea más de debate:
¿Realmente es necesario que el lector conozca los mecanismos creativos para disfrutar de un cómic?
Es algo sobre lo que he estado pensando últimamente. Es evidente que conocer los recursos y mecanismos creativos de una historieta permite gozar muchísimos más de un tebeo, incluso de gozar de tebeos que por sus contenidos resultan poco interesantes (me viene a la cabeza EL ZORRO de Toth, un soso tebeo que resulta una gozada inconmensurable a poco que uno analice la narrativa del maestro). Pero ¿realmente es necesario?"

"¿No se debería poder gozar de una obra de forma transparente? En el fondo, una obra de arte (tebeo, pintura, película, novela, fotografía,escultura...) no deja de ser un medio para trasladarnos un mensaje (idea, sensación, historia, sentmiento, como se quiera denominar) y lo importante es el impacto sobre el receptor (estético, intelectual...), no cómo ha llegado hasta él. Un símil: al degustar un plato de comida de esos que nos dejan maravillados, que el sabor nos explota en la boca y se derrama por nuestros sentidos... ¿importa cómo ha mezclado los ingredientes el cocinero? ¿Saborearemos más el plato si lo sabemos? Creo que no.
Es posible que si somos interesados en el arte culinario, nos apetezca conocer cómo ha logrado ese sabor, pero en general, no es necesario."

"Volviendo al tebeo...quizás conocer los recursos narrativos y estéticos del lenguaje de la historieta es apasionante para el aficionado profundo al medio... ¿pero necesita un lector conocer el "cómo se hizo" para gozar de un tebeo de Eisner?
¿No estaremos cayendo en la terrible confusión que puede crear el hecho de que prácticamente todos los lectores de tebeos hoy sean coleccionistas de tebeos, lógicamente interesados en esos mecanismos? ¿No nos estaremos olvidando de los lectores que sólo quieren pasar un buen rato leyendo tebeos?"

"Es una reflexión a vuelapluma, quizás poco pensada, pero que me ha asaltado tras nuestros mails..."

"Y por último, sobre los libros... no, no hay suficientes. Haberlos haylos, pero no son suficientes. Compara el número de libros sobre historieta con los que hay sobre cine, dos artes que tienen la misma edad casi. Y no digamos ya el nivel de profundidad del análisis. Faltan. Y no, no tenemos que escribirlos nosotros, deben hacerlos los estudiosos que se dediquen a ello únicamente, debe ser la gente que se dedique en cuerpo y alma a estudiar el tebeo con todas las herramientas a su
alcance. Semiólogos, historiadores del arte, filólogos... los verdaderos especialistas. Sigue siendo necesario que el tebeo llegue a la universidad, que haya grupos de investigación dedicados a su estudio las 24 horas del día. Eso hoy no existe."

--------Como digo, esta vez quiero ser brevísimo en las respuestas a Álvaro, prefiero esperarlas desde ahí fuera. Es verdad que el cómic debe llegar a la universidad. Está clarísimo. Sólo cuando exista una cátedra, o mejor muchas, que estudien el cómic desde diversas perspectivas (y mejor aún desde diferentes titulaciones), empezará a mirarse a la historieta como una más de las bellas artes. Y eso, a su vez, le hará tener su espacio en los medios de comunicación del Mundo Real, tal como hoy lo tienen el cine, la literatura, etc. Y ese espacio en los medios de comunicación permitirá aumentar hasta cierto punto el público lector de tebeos. Y, a su vez, ese aumento del público podría generar el dinero suficiente para que la industria del cómic de nuestro país sea una industria de verdad, que permita ganarse bien la vida a sus profesionales. Prosigue y termina Álvaro:

"Existe gente, como tú o como yo, que amamos el tebeo con todas las fibras de nuestro ser, que le dedicamos las horas que no tenemos. Pero no pasamos de aficionados bienintencionados. Yo no puedo escribir libros sobre tebeos... me falta el tiempo para poder abordar con la profundidad que a mí me gustaría ese trabajo. No puedo hacerlo desde el momento en que mi trabajo, el que me da de comer, me exige otras dedicaciones (como por ejemplo escribir libros sobre los temas que imparto en la universidad...). Me gustaría hacerlo, pero sólo puedo aspirar a hacer entretenimientos como La Cárcel."

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(imagen: viñetas de LUPUS volumen 1, © Frederik Peeters, 2002; Astiberri, 2005)

OTROS CÓMICS CITADOS
EL ZORRO (Alex Toth, 1958-1961; Azake Ediciones)
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Maravilloso blog. Maravillosa discusión.
(y por pillarte aquí, te lo suelto, tu tebeo en aquel décimo aniversario del RDL, para partirse en culo)
A ver. Uno es licenciado en Historia del arte y diplomado en restauración de arte, campo en el que he trabajado varios años.
Esta amable discusión me gusta.
¿EXISTE UN CANON? Si, claro. Y no, por supuesto.
hay un canon puro, del clasicismo griego. No es opinable, porque es matemático.
Los aciertos del clasicismo son pura geometría, las sensaciones visuales del Partenon resultan de varias desviaciones matemáticass (estrechamientos en el intercolumnado, éntasis, curvas para dar sensación de rectas...)desafiando el canon para conseguir la perfección del propio canon (ufff)
El canon, así entendido parte del cuerpo humano como reflejo de lo perfecto.
pero claro, ¿cuántos cánones ha habido en la historia? Pues muchos. La perspectiva medieval no es realista, obedece al rango, un rey siempre mayor que un soldado. es otro canon aplicado a un concepto.
Los impresionistas, los cubistas, Miguuel Angel (diseñando iglesias con las bases de la arquitectura civil) desafiaron el canon de su tiempo...y terminaron imponiendo el suyo para la posteridad.
entonces más que de canon, yo diría que algo SÍ puede ser, o no, bueno. Y lo podemos ligar a la capacidad del artista de forjar un canon (creando escuela) o de violentarlo (nuevamente, qué contrasentido, creando modelos de futuro).
Como de estos hay pocos (Miguel Angel, Mozart, Eisner o Griffith, por ejemplo), la mayoría la metemos en el saco de quienes SIGUEN un determinado canon...y aquí el elemento de subjetivdad actúa implacable. Mal asunto si no ves que a día de hoy C. Ware está reventando un lenguaje recuperando y explorando una forma de hacer que parecía extinta.
Pero Alan Moore, por bueno que sea, por asombroso e inteligente que nos parezca en V de Vendetta, sólo se rinde a un canon, a una manera de hacer. Y lo hace bien, claro. Moore es Dios, y eso. Si me gusta. Porque quizá el barbudo es más discutible.A mí me gusta mucho, puede que a tí no, pues es obvio que ni crea ni reinventa: sigue y depura.
Porque quizá para decidir las bondades de algo, haya que contar con factores ajenos a lo subjetivo: Como restaurador he trabajado sobre retablos renacentistas donde destaca la técnica de los brocados.
va a misa, no tiene nada que ver el gusto. Brocados finísimos, exquisitos, delicadamente aplicados...(inciso, ¿por qué dejé esta bella profesión? por dura)y no es opinable, no lidia MI gusto. Esos brocados son una obra de arte, y alimentan la calidad general de ese retablo.
Claro, cuando hablamos de cine, literatura, cómic...el elemento narrativo pesa, y hace que la subjetividad pese más, también.
Pero creo que sin existir un canon único y unívoco, sí hay pautas de calidad que nos conducen por la historia del arte con suficiente fundamento.
Y menos mal: que sólo haya un único modelo absoluto (idea tan cristiana) o un libre albedrío total (tan anarco)al final sería muy aburrido.
mejor disentir sobre bases sólidas que pueden ser argumentos de las opiniones diversas.

Sobre la ausencia de estudios profesionales: totalmente de acuerdo, y cuando sale uno se lo señala con un "academicismo" así de grande.

Pepo Pérez dijo...

Hola, Punch. Gracias por el largo comentario, antes de nada. Pues Moore, depende de qué, aunque sí, tengo muchas dudas con muchas de sus obras. Veo que intuyes por dónde vas mis tiros. Pero Moore, bien, depende de qué. Regular o mal, otras cosas.

Chris Ware: por supuesto que ha reiventando pero mirando atrás, recuperando un lenguaje ya existente y llevándolo más allá. Concretamente, diría tres nombres exactos: se ha mamado a McCay, Herriman y King. De ahí ha partido, chispa más o menos. Hay algunos más, claro, pero casi todos son más o menos de la misma época y escuela. El tío lo flipa con las tiras de prensa de primeros de siglo XX: siempre lo dice. Con Peanuts y otras cosas, también, pero de donde viene es, sobre todo, de las dos primeras décadas del cómic.

Sobre esto ya dedicaré un post, que es un fenómeno fascinante de analizar. Y no es algo único de Ware. Existen muchos otros grandes genios que reinventaron el lenguaje de su arte mirando no hacia lo inmediatamente precedente, sino... hacia siglos atrás.

Que gracias de nuevo. De veras.