domingo, diciembre 25, 2005

LA CRÍTICA DE LA CRÍTICA (2)

Te aconsejo, pues, que seas razonable en el uso de la interrogación y muy comedido con la admiración. Hay un modo kitsch de escritura histórico-artística según el cual todo es maravilloso y provoca emociones inenarrables que sólo pueden transmitirse mediante numerosos signos de exclamación. Los utilizaré yo ahora: ¡No sigas ese camino! Debemos huir de la cursilería, un vicio lamentable, muy extendido entre los amateurs de nuestro gremio. No digo que evites referirte a los sentimientos, sino que los expreses de un modo apropiado, cuando venga a cuento. No me cansaré de advertirte contra esta debilidad, pues no basta con omitir los signos de admiración para conjurar automáticamente la cursilería. Los epítetos inútiles o muy trillados suelen contribuir bastante: evitarás lo mismo escribir alto cielo o frío hielo, como hermosa pintura (para un lienzo de Matisse) o impresionante monasterio (si hablamos de El Escorial).
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El párrafo, en esta ocasión, es de Juan Antonio Ramírez. De su libro CÓMO ESCRIBIR SOBRE ARTE Y ARQUITECTURA (1996, Ediciones del Serbal).

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