Al hilo de los posts anteriores, un amigo un tanto malintencionado me envía el texto de un blog, sospechando con razón que puedo tener algo que decir. Como no me opongo a una polémica divertida, y hace tiempo que este blog anda demasiado tranquilo, decido entrar al trapo. El texto lo firma F. Naranjo y se enmarca en un obituario sobre Mickey Spillane titulado LUTO (PERO MENOS), que estoy leyendo ahora mismo. Escribe Naranjo en esa necrológica sobre Spillane:
"Imagino que Frank Miller, mientras perpetra ese Batman en lucha con Al Kaeda con que nos amenazó hace meses, estará desolado por la pérdida: no en vano Spillane parece ser la única referencia literaria de la que hace gala. A mí, qué quieren, nunca me interesó su obra, si bien reconozco su trascendencia a la hora de definir determinados subgéneros y alimentar posteriores relecturas, casi siempre más interesantes que el modelo. Es más: debo admitir que me ha sorprendido que estuviera vivo aún..."
El texto da bastante de sí. Para empezar, demuestra nuevamente la seriedad de esa crítica de la que a veces disfrutamos en el cómic español, otro ejemplo admirable de lo más granado de nuestros teóricos: una opinión sobre algo que no se ha leído. Digo yo que al menos habrá que esperar a leerlo para ver si Miller ha "perpetrado" ese Batman contra Al Qaeda con la que nos "amenazó", obra aún no publicada y por tanto inexistente. Puede que sea el mojón más grande que haya parido nunca, pero tendremos que leerlo para saber si es así, ¿no? Aunque esto es lo de menos, así que sigamos. ¿Spillane "parece la única referencia literaria de la que hace gala" Miller? Dejando aparte las connotaciones que tiene la frase acerca del hecho de que a alguien le pueda gustar Spillane, Miller no parece un autor que tenga mucha necesidad de clamar al viento los libros que lee -por ejemplo, en un blog. En cualquier caso, voy a documentarme un poco y enseguida vuelvo.
____
Ajá, aquí está. Una entrevista a Miller realizada por Mr. Snob alias Gary Groth, publicada en THE COMICS JOURNAL #209, diciembre 1998. Antes de los párrafos que voy a copiar, ambos están hablando sobre SIN CITY y el género negro, sobre la arquitectura de dicho género y el modo en que Miller construye sus historias en términos de "romance" y "fantasy", en sus propias palabras (la palabra "romance", en inglés, tiene una acepción que significa algo así como "salvajemente exagerado", y también se emplea para referirse a obras de ficción que narran hechos remotos respecto a la vida real). Copio lo que ahora viene al caso:
Groth: Bien, sabes, hay obras de género y obras de género. Personalmente, veo una diferencia abismal entre alguien como Chandler o Hammett y alguien como Spillane.
Miller: Tienes razón sobre eso. Con Spillane, las dos cosas más atractivas que encuentro son un afecto de la infancia por su trabajo, porque fue lo primero que leí de ese género, y esas palabras disparadas como armas de fuego, y el salvajismo exagerado de todo. Situándolo en un ambiente urbano... casi estaba haciendo a Conan como detective privado. Aunque creo que Mike Hammer reaccionaría mejor ante la muerte de su madre que Robert E. Howard [Groth ríe]. El trabajo de Spillane tuvo mucho atractivo para mí. Chandler es ahora mi favorito. Cada cierto tiempo tengo que releer a Chandler, por su inventiva, más que cualquier otra cosa. Y el modo en que camufla su material. Tienes que leerte entera una novela de Marlowe antes de percatarte de que es un tipo que hace el bien de manera compulsiva. Lo oculta deliberadamente a base de cinismo. Marlowe es un poeta. Es un caballero en una armadura sucia, aunque la oscuridad de Hammett sea mucho más profunda. El final de EL HALCÓN MALTÉS -el libro, quiero decir-, es uno de los momentos más existencialmente horribles que haya leído. Me imagino que me refiero a eso cuando pienso que se pueden lograr algunas cosas, cosas extraordinarias, dentro del género.
Groth: No, estoy de acuerdo contigo en eso. No conozco a mucha gente que no piense lo mismo. Pero es raro. Por supuesto que es raro de conseguir desde cualquier sitio, pero hay muy poco trabajo de género en el cómic, aparte de los superhéroes.
Miller: Sí, lo sé [ríe]. Es muy extraño. Es retrasado. Pero hay muy poco género, excepto para los tipos en mallas.
Groth: Creo que podemos encontrar esos momentos ocasionales en piezas de género, pero el noventa y cinco por ciento del género en los cómics es de superhéroes. Este es un viejo debate, pero ¿crees que el género de superhéroes puede producir algo tan artístico y electrificante como EL HALCÓN MALTÉS y, en particular, el momento al que te referías? ¿Se ha logrado incluso?
Miller: Chico, es difícil. A bote pronto, diría que no. Quizás algunos momentos del WATCHMEN de Alan y Dave, particularmente en toda esa parte bruta del Búho Nocturno y Rorschach. (...)
Groth: Además de los novelistas de hardboiled que has mencionado, ¿qué otras fuentes de inspiración fuera de los cómics has tenido en estos años?
Miller: Lo más reciente, por supuesto, ha sido historia. Ése ha sido mi lectura durante los últimos dos o tres años. Un montón de no ficción. También leo muchos textos de política. Y ocasionalmente algún cómic.
Groth: ¿Qué es lo que interesa de eso, lees mucha ficción mainstream, ahora o en el pasado? qué tipo de prosa te atrae, estilísticamente hablando? ¿algunos novelistas contemporáneos?
Miller: debo confesar que raramente leo ficción. Leo todo el tiempo, pero casi siempre material que necesito para investigar, o análisis político, todo ello no ficción. Como con tantas otras cosas, me tengo que poner al día. Quizás en mis próximas vacaciones (...)
__________
Aclaradas ya las "referencias literarias" que maneja Miller, vamos al asunto que realmente me parece relevante en todo esto, y que conecta con el tema de las "historias bárbaras" a las que se refería Joann Sfar un par de posts más abajo.
A pesar de que algunos de nuestros intelectuales sigan empeñados en no comprenderlo, y así podemos comprobarlo una y mil veces en las más diversas reseñas que despachan con displicencia cierto tipo de obras, no todas las historias artísticamente relevantes tienen que estar concebidas y realizadas desde lo intelectual, ni siquiera traslucir las referencias literarias que maneja su autor. Hay historias brutas y viscerales, "bárbaras", muy relevantes en toda la historia de la ficción, y ciertamente Miller ha firmado un buen puñado de ellas. Sus historias, y las de algunos otros buenos autores, pretenden a mi juicio simular el funcionamiento del sueño; de hecho, en algún caso imitan deliberadamente la textura de los sueños, algo que en el caso de la ambientación absolutamente irreal de SIN CITY es más que obvio, con su ciudad mítica de sombras chinescas y sus héroes que sobreviven a cuatro atropellos seguidos o a varios balazos en órganos vitales. Y a pesar de esas claves inequívocas, haya quien todavía se empeña en leerla como si de una película de Charles Bronson se tratara.
Lo importante en dichas historias no es tanto el argumento -que tampoco pretende ser realista, ni muchísimo menos-, sino algo mucho más interesante para nuestro inconsciente: primero, las sensaciones psicológicas, que sí pretenden ser evocaciones lo más reales posibles (y ahí está la representación de la psique del personaje de Marv en la que para mí es la mejor historia de SIN CITY, la primera), o más exactamente, simulaciones de situaciones extraordinarias. Como afirma el psicólogo Nicholas Humphrey, para el que soñar es un proceso mucho más sofisticado que pensar, "los sueños son historias paradigmáticas, que se nutren de las primeras historas que escuchamos y, la vez, nos acostumbramos a los relatos por medio de las historias que construimos en sueños". Para Humphrey, "la función principal de los sueños es ensayar sentimientos, lanzarnos a situaciones sociales extraordinarias para aprender cómo funciona nuestra mente, cómo reaccionamos ante situaciones extrañas que quizá no hemos vivido nunca, pero que puede que ocurran". Lo cual me recuerda a lo que decía Joann Sfar en su apéndice a EL VALLE DE LAS MARAVILLAS, medio en broma medio en serio: "Una historia que no vaya en plan: oh, seamos realistas, como el héroe haga eso, la caga, sino una de si yo fuera un héroe, me encantaría poder hacer esto."
Lo segundo verdaderamente relevante en estas historias son los símbolos y metáforas presentes, que nuestro inconsciente capta y decodifica de un modo muy distinto a nuestro consciente: las mutilaciones, las pruebas a superar, el calvario, los asesinatos, las resurrecciones, el padre/madre, el hijo/hija, el hermano/a, el traidor, el amante perdido/secuestrado/asesinado, el maestro/padre, el bosque, el mar, el horizonte, los insectos, los reptiles, entre otros muchos elementos que pueden ser usados como símbolos recurrentes.
Recuerdo ahora un texto -nada pretencioso, por cierto- de Pere Joan en la revista NOSOTROS SOMOS LOS MUERTOS en el que se preguntaba cómo un autor como Alejandro Jodorowsky pretendía hacer "arte para sanar" con esos cómics que escribe, llenos de violencia, mutilaciones, incestos y horrores de la carne varios. Bien, precisamente. Porque la mente es paradójica, y a menudo funciona de manera justamente contraria a como nuestra razón consciente se empeña en entender. Es por esto por lo que SIN CITY no va de "yo soy la justicia", igual que, a su estilo, la serie BOUNCER de Jodorowsky y François Boucq no es la historia de una venganza entre hermanos ni una apología de la violencia. Son historias "bárbaras" con una intención paradójica y, desde luego, simbólica y humana. Como decía Miller sobre Chandler, se trata de camuflar el material que estás narrando. Porque así funciona de una manera mucho más íntima, efectiva y profunda, al menos en quienes se dejan llevar por esas historias sin oponer demasiados prejuicios intelectuales.