LAS MUCHAS MUERTES DE SUPERMAN
Una gran novela imaginaria en tres partes:
(¡Que nunca ha sucedido pero podría suceder!)
¡Una historia llena de sorpresas! ... ¡Durante muchos años Luthor ha sido el archi-enemigo de Superman! ¡Y ha fracasado en todos sus intentos por destruir al Hombre de acero!
¡Pero repentinamente, en un día imaginario, la enemistad se acaba! Luthor deja el crimen, ¡Y se convierte en un paladín de la justicia!
¡El que fuera despreciado, se convierte en amigo!
¿- Asombrado? Prepárese para sorprenderse más.
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Superman no "murió" únicamente en la muy publicitada saga de finales de 1992 a manos de Doomsday. Ya lo había hecho antes en un episodio de la Edad de Plata titulado ¡LA MUERTE DE SUPERMAN! publicado en noviembre de 1961 en SUPERMAN #149, una historia con guión de Jerry Siegel, dibujos de Curt Swan y tintas de George Klein donde Lex Luthor asesinaba a Superman, y lo mataba de verdad. Bueno, "de verdad" teniendo en cuenta que se trataba de una historia "imaginaria", como se avisaba desde el comienzo en un truco narrativo típico de la época. Fueron estos relatos imaginarios, antecedente de los luego conocidos como Elsewords en DC, los que también permitieron contar la vida de Superman en un Krypton no destruido, narrar la boda del Hombre de Acero y Lois Lane mucho antes de que sucediera "de verdad" (en la cronología oficial de Superman eso no ocurrió hasta 1996, buscando la atención mediática una vez que se apagaron los fuegos artificiales de la "muerte" de 1992) o incluso la "última historia" de Superman en la conocida ¿QUÉ LE SUCEDIÓ AL HOMBRE DEL MAÑANA (1986), de Alan Moore y Curt Swan.
Este recurso de los imaginary tales fue interpretado por Umberto Eco en su ensayo sobre Superman de APOCALÍPTICOS E INTEGRADOS (1965) como un mecanismo para mantener incombustible un mito que era narrado en presente, como en la novela moderna, a diferencia de las historias ya sucedidas e inmutables de las mitologías tradicionales. Gracias a los relatos imaginarios, y también a la alternancia de historias "oficiales" del presente de Superman con las de su pasado como Superboy, el encuentro de ambos cuando viajaban al futuro, etc., se conseguía ofrecer una cronología difusa, onírica y no lineal de la biografía de Superman, diluyendo la noción de orden temporal del relato y creando en el imaginario del lector la sensación de que la vida del personaje no avanzaba aproximándole a su muerte. De este modo, los hechos que sucedían no eran irreversibles (ni siquiera su boda con Lois Lane o su muerte, al ser relatos "imaginarios"), y al terminar cada historia todo quedaba como al principio. Según Eco, gracias a este recurso la vida y hazañas de Superman podían ser narradas en un presente continuo serializado de forma cotidiana y mensual sin perder a la vez el aura mítica de intemporalidad de las antiguas leyendas heroicas.
Más allá de la interpretación de Eco, es muy significativo que el modelo que instauró Marvel por aquella misma época era precisamente contrario en ese aspecto al de DC. En Marvel todo lo que sucedía importaba porque cambiaba al héroe, determinaba los acontecimientos venideros y a menudo era irreversible: la muerte del Capitán Stacy, la muerte de Gwen Stacy, la muerte del Duende Verde, la salida del instituto de Peter Parker, la entrada en la universidad, un nuevo noviazgo con Mary Jane, etc. Un modelo que a la larga terminó generalizándose en los superhéroes hasta llegar a contaminar a la misma DC, no hay más que recordar la boda de 1996, esta vez oficial, entre Superman y Lois. Un modelo que, también significativamente, se ha ido diluyendo desde hace unos quince años tanto en DC como en Marvel, hasta volver a convertir en reversible prácticamente todo lo que sucede en la biografía de los superhéroes. De este modo, Superman no estaba muerto, estaba de parranda después de que le viésemos exhalar su último suspiro destrozándose contra Doomsday; el Duende Verde original volvía a pesar de que le vimos morir empalado por su propio deslizador en 1973, Tía May, muerta años atrás, estaba viva en realidad, etc. La diferencia fundamental con los relatos imaginarios de la DC de la Silver Age, claro está, es que ahora estamos hablando de la historia oficial de los personajes. Con este proceso actual se tiende a generar, al menos entre los lectores que conocen el pasado del personaje, la sensación de que nada de lo que sucede importa realmente, ningún hecho tiene un peso irreversible, los errores pueden ser corregidos y los sucesos más trágicos arreglados posteriormente. Qué nos dice eso de nuestro mundo es otra pregunta que también daría mucho para especular. En cualquier caso, esta constante recurrencia que lleva a reescribir una y otra vez hechos ya narrados en el pasado o a reproducirlos desde un punto de vista distinto, sólo puede deberse a que la historia de los superhéroes clásicos (y desde luego la del trío principal Superman-Batman-Spiderman) ya está contada: todo lo que en ellos importaba dramáticamente hablando se ha cumplido, no queda nada en ellos por realizar, su mito se ha consumido finalmente. Pero, por supuesto, hay que mantener vivas las franquicias.
Volviendo a una época más ingenua donde aún estaba casi todo por contar, la historia imaginaria de la "muerte" de Superman de 1961 estaba explícitamente dividida en tres actos. En el primer capítulo, ¡LEX LUTHOR, HÉROE!, el mad doctor calvo que había jurado acabar con Superman se encontraba preso en la cárcel de Metrópolis cuando descubría una cura universal para el cáncer gracias al "elemento X", una "sustancia química misteriosa" que Luthor ya "sospechaba que existía en algún lugar del universo". La sustancia la encontró en un meteorito caído en, ejem, el patio de la cárcel donde los presos realizaban sus trabajos forzados. Tras ofrecer la cura a los científicos, que efectivamente daba resultado, Lex afirma estar arrepentido de su pasado criminal, querer reformarse y seguir ayudando a la humanidad. "¡No deseo recompensas! ¡Yo sólo quiero reconstruir mi pasado!" Todo el mundo quiere creerle, y el primero Superman, que intercede para conseguir su libertad provisional. "Ahora que has cambiado podemos ser amigos" -le dice Superman tras sacarle de prisión-. "Bien, Luthor, ¡nuestra enemistad ha terminado, por fin!... Pero debo admitir que hubo un tiempo en que me tuviste muy preocupado."
En el segundo capítulo de la historia, los antiguos compinches de Luthor intentan asesinarle porque piensan que les ha traicionado al renunciar a matar a Superman, así que a Lex le sale un guardaespaldas muy especial. En ¡EL SUPER-GUARDAESPALDAS DE LUTHOR!, Superman le da a Luthor uno de sus superrelojes-alarma para que le avise en caso de peligro, cosa que efectivamente tendrá que hacer en un par de ocasiones: el Hombre de Acero acude para detener las balas y granadas de los gángsters e incluso tragarse un dardo envenenado (en serio) que iba destinado a Luthor. A fin de que éste siga trabajando tranquilamente en beneficio de la humanidad, Superman se lo lleva (en una nave-burbuja transparente) a un laboratorio espacial que construye al efecto. Aun así Luthor será objeto de un nuevo ataque, esta vez con un misil enviado por "los jefes del Hampa" -quienes "no reparan en gastos" para matarle- que el Hombre de Acero consigue detener igualmente.
Algo después, Luthor activa desde el laboratorio espacial la alarma de peligro (un extravagante cohete con la figura de Luthor) para atraer al superprimo a su trampa: cuando Superman llega a la estación espacial, Luthor le baña a traición con un rayo de kriptonita verde en una escena que recuerda inevitablemente a la del capítulo XII de WATCHMEN, cuando Ozymandias engaña al Dr. Manhattan para intentar destruirle. A continuación, Luthor lo ata a una camilla y le somete a una intensa sesión de rayos del único mineral que podía dañar a Superman. En ese solarium de kriptonita morirá envenenado el Hombre de Acero tras una larga y sádica agonía en la que, literalmente, se broncea hasta ponerse completamente verde. Luthor confiesa al fin, por si acaso hiciera falta, que todo lo que había hecho, la cura para el cáncer, fingir reformarse, etc., fue para que Superman se confiara y cayera en "esta trampa de muerte!". Para más inri, el letal bronceado verde de Superman había tenido lugar delante de sus amigos de toda la vida, Lois Lane, Jimmy Olsen y Perry White, a los que Luthor obligó a mirar desde una habitación con vistas, como los testigos en las cámaras de gas reales que observan detrás del cristal. Los amigos lloran ahora y claman venganza mientras Luthor se congratula de su "grandioso logro". Nada se interpone ya en sus ansias de gobernar el mundo.
"¿Será vengada la muerte de Superman? Lea el capítulo final de esta impresionante e inolvidable historia imaginaria".
En el tercer acto, ¡LA MUERTE DE SUPERMAN!, el mundo entero está de duelo. "Todo hombre decente de la Tierra siente una gran pena" por su muerte, en Metrópolis se celebra una capilla ardiente por la que desfila hasta Krypto el Superperro, etc.
Mientras tanto, Luthor y sus compinches dan una gran fiesta para celebrar la desaparición de su odiado enemigo que se ve interrumpida por la entrada a través de la pared de... Superman. La escena cumple ante el lector la función de resurrección física aparente del héroe muerto, mientras los malos se quedan horrorizados por la sorpresa. "¡Auu! ¡S-Superman está vivo!", grita uno de los hampones. Nada más detener a Luthor, el supuesto Superman -al que efectivamente le rebotan las balas- se quita el disfraz. Bajo él está Supergirl, que ha decidido salir del armario y ocupar el puesto del Hombre de Acero (hasta entonces le había ayudado en secreto, actuando desde la sombra). Luthor es reducido y juzgado en la ciudad embotellada de Kandor, mientras el villano se muestra tranquilo y sonriente pensando que tiene "un as en la manga". Cuando oye su sentencia de culpabilidad, ofrece a los kandorianos un trato: que le dejen libre a cambio de devolver a Kandor su tamaño normal, el que tenía antes de que Brainiac los redujese y embotellase. "¡Los kandorianos no hacemos tratos con asesinos!", clama el juez y ordena al verdugo ejecutar la sentencia. Éste envía inmediatamente a Luthor a la Zona Fantasma por toda la eternidad. "¡Se ha hecho justicia!"
En un pequeño epílogo de media página -la otra media la ocupaba un faldón publicitario en el cómic original-, Supergirl sustituye definitivamente a Superman en su tarea salvadora del mundo, cumpliendo ahora la función de resucitar simbólicamente al héroe: éste no ha muerto en vano porque su ejemplo ha inspirado a otros a seguirle, y de este modo el relato mesiánico implícito en el mito de Superman se cierra satisfactoriamente. "La Chica de acero continúa la cruzada por la justicia de Superman", reza un titular de periódico en una viñeta de la última página. Pero aún hay espacio para otra reflexión más: "Todo el tiempo que fui el arma secreta de Superman, esperaba con ansias el día en que pudiera actuar libremente. Ahora que finalmente sucedió, no siento ninguna felicidad por esta "gloria" que ahora... es mía", piensa Supergirl mientras deja atrás una inmensa estatua que corona el mausoleo de Superman y asciende volando hacia las nubes.
"Bien. ¡No hay que tomarlo todo tan a pecho! Después de todo, ésta es sólo una historia imaginaria. ¡Y sólo hay una probabilidad entre un millón de que suceda de verdad algún día! ¡Por lo tanto, el poderoso y valiente Hombre de acero seguirá surcando los cielos en defensa de la justicia, por muchos, muchos años más!", menos mal que nos avisaba el texto de apoyo final.
16 comentarios:
Pepo, estás impresionante con estos posts de la edad de plata.Esto es el sentido de la maravilla en estado puro, con ideas increiblemente locas y por ello fecundas y con alguna imagen memorable.Luego llegó el melodrama.
No estoy de acuerdo con que los tres grandes han contado ya todas sus historias.Aparte que nuestra postmoderna sociedad siempre se puede agarrar al clavo de la revisitación, pienso con el Supes no se ha contado la historia definitiva( como sí hicieron Miller y Conway con Bats y Spidey). Ni siquiera Moore, ni Busiek, ni Morrison aún siendo notables. No sé si se puede contar una gran historia con Superman, pero creo que debería ir sobre su caracter divino en un mundo del que participa y es ajeno, un dios que quiere ser hombre, pero no sabe lo que es la muerte, salvo como pérdida ajena. Mucho juego, habría ahí
joder, lo que pagaria por estar sentado en la mesa en la que se reunian estos guionistas a escribir esas genialidades.
Me recuerda a cuando eramos niños con mis colegas y nos inventábamos historias, que solian salir bastante extravagantes pero lo pasábamos de miedo.
Cómo se nota que esta gente sí sabía cual era su público.
Genial el texto, la verdad, y es un tema que en cierto modo me parece interesantísimo, y más ahora con la moda de estos crossovers gigantescos que "supuestamente" están alterando la continuidad de todas la series...
Pues plantea Pepo un tema interesante.
Por un lado la posible sobreexplotación de las franquicias más famosas del comic.
Por otro lado la capacidad de estas franquicias para enganchar a nuevos lectores con décadas y décadas de acontecimientos acumulados.
Por otro lado la degeneración de los conceptos en los que se basan unos personajes por el mero hecho de que crezcan como tales.
En mi opinión el concepto de universo en el comic es maravilloso simplemente porque el autor puede emplear a multitud de personajes (más o menos arquetípicos)y un universo imaginario pero conocido, sin necesidad de presentación. Básicamente es la diferencia entre X-Men 1 y 2; o entre Superman 1 y 2.
Sin embargo, para colecciones individuales antiguas, es un gran problema. Es por ello que es tan fácil trabajar con personajes secundarios. No solo porque el editor de turno le deje hacer al guionista lo que quiera, sino porque éste trabaja con lo mejor de los dos conceptos: Un personaje al que puede hacer evolucionar cuanto quiera sin, no solo provocar las iras del público acostumbrado a un arquetipo, sino ni siquiera a amenazar la rentabilidad de una franquicia que como tal no existe. Por otro lado tienes un universo extremadamente detallado, ya creado en el que mover al personaje; con el consiguiente ahorro de tiempo en presentaciones y en esfuerzo creativo. No es que el guionista no tenga por qué no ser creativo, sino que su imaginación la puede enfocar más fácilmente en el personaje en cuestión y en la trama que quiere contar.
Ejemplos de esto hay 3000: Desde el Daredevil de Miller a la Cosa del Pantano del Moore, el Animal Man de Morrison, el Thor de Simonson o los Runaways más recientemente.
Mi conclusión es que los editores se deberían enfocar más en sacar nuevas colecciones con finales a medio plazo insertados en sus respectivos universos, pero mantener a sus personajes estrella/pilares de sus respectivos universos/icónicos/ en status quo estables.
Creativamente no es lo mejor para esos personajes franquicia, aunque visto los acontecimientos de los últimos años, seguramente tampoco es lo peor. La ventaja, obviamente, es que siempre los vas a tener como reclamo y como iconos sociales a gran escala. Quitando a Sherlock Holmes, ¿Qué personaje de ficción de más de 50 años es tan famoso como Superman?.
Thalcave.
No sólo eso. De Sherlock Holmes no hay historias nuevas, pero de Superman, Batman o Spiderman, sí, y eso después de 70 y 69 años (Supes, Batman) y 40 y pico (Spiderman).
El problema para mantenerlos con vida durante tantísimo tiempo es que cualquier personaje siempre lleva implícita su propia historia. Los "personajes" no existen en el vacío, existen dentro de una historia que les es propia, que les define y que también les consume cuando esa historia se ha desarrollado y llevado hasta ciertos límites. Y cuando esa historia implícita en el personaje se ha contado (la del adolescente que se convierte en un adulto que es Spiderman; la del mesías redentor que es Superman, que llega a la Tierra como niño, es adoptado por unos padres terrestres, crece y se convierte en un superhombre capaz de salvar el mundo, y que encima ya ha muerto y resucitado, y se ha casado con su eterna novia), el personaje -su historia- no da más de sí. Lo único que se puede hacer es volver a contar esa historia, o repetirla más o menos disimuladamente (la enésima vuelta de tal o cual archienemigo, o segundas partes de sagas, Secret Wars, Secret Wars II; Armor Wars, Armor Wars II), o contar la historia ya contada desde otro punto de vista (Marvels, de Busiek y Ross), o hacerlo con un estilo moderno y actual (los X-Men o el Superman escritos por Morrison) o, como mucho, deconstruirlos en plan posmoderno (casi todo lo que escribió Moore de superhéroes), pero esto último se agota pronto una vez hecho.
O bien centrarse en aspectos secundarios de la historia ya contada (por ejemplo, aquella serie que escribió Busiek, "Las historias de Spiderman jamás contadas") que en realidad nunca tendrán tanto interés como la historia principal. O bien, que es lo que suele hacerse, usar a los personajes como auténticos muertos vivientes (qué buen título el de la serie reciente ésta) para contar historias que poco o nada tienen que ver con su personalidad y esencia dramática (véase el Spiderman actual).
Creo que los superhéroes clásicos son demasiado viejos como para contar nada relevante sobre ellos, y a la vez sus arquetipos demasiado poderosos como para dejar espacio a nuevos superhéroes que puedan competir realmente con ellos.
Tal vez sea eso, si el arquetipo es tan poderoso, nunca nos cansamos de él, siempre es nuevo y viejo a la vez.Tal vez queremos historias, no historia.La gente sabía como era sherlock holmes, pero quería más.Y despues de muerto Conan Doyle salieron cientos de pastiches.No pueden morir, son recurrentes.
Por otra parte, lo que dice Thalcave de desarrollar secundarios nuevos o planificar historias poderosas donde los personajes sean meros vehículos me parece un camino fecundo.Born Again o Año uno , o El hombre que lo tenía todo podrían ser historias de cualquier personaje, lo superheroico ahí es solo un aditivo
No estoy de acuerdo, Santi. Entiendo lo que quieres decir, pero El hombre que lo tenía todo juega muchísimo con elementos propios de Superman, desde Krypton a la Fortaleza de la Soledad. ¿Que la historia básica se puede contar con otros personajes y en otro contexto? Sí, bueno, pero creo que no sería lo mismo. Aún menos lo veo en el caso de Batman Año Uno, donde elementos dramáticos clásicos de la mitología batmaniana son claves en la historia: el asesinato de los padres, "los criminales son supersticiosos", "me convertiré en un murciélago...", el uso del disfraz y el efecto que eso crea en los hampones, la propia policía, etc., Que luego haya mucho género negro (sobre todo en las escenas del Comisario Gordon), como casi siempre lo ha habido en los guiones de Miller, no significa que no sea una historia intrínsecamente de Batman, porque lo es.
"Tal vez queremos historias, no historia."
Y repito que creo saber a qué te refieres. Mi punto de vista es precisamente que no todas las historias encajan en estos personajes, precisamente por el peso de todo el pasado que ya se ha contado y que les ha definido, como personajes y como mitos.
No se si fue exactamente Eco, en el ensayo que citas, Pepo, o algún otro el que hacia una relación directa entre los cómics de superheroes y los mitos antiguos donde la imagen del heroe que vence su propio destino supone la consagración de un ideal. Si bien hay cómics que podrian representar mejor esta idea del heroe mitológico (como un proceso de crecimiento), e incluso Eco hace mencion directa del Corto Maltes y de Terry y los Piratas, creo que el caso de los superheroes rosa casi lo divino, quiero decir que en sí el cómic de superheroe juega al mito más primitivo, no al del bien y el mal, sino al de ordenar el caos en el que se ve envuelta una situación, más allá de los motivos y de los fines (ocultos, malignos, benéficos o solidarios), lo que sucede con el superheroe despues de morir y resucitar, transgredir su propia ley, juzgar su acción o caer en un continuo castigo y buscar su redención, después de Watchmen y de tanta vuelta de tuerca, nos encontramos que los superheroes, como los antiguos dioses, se convierten en una serie de acontecimientos en marcha infinita: un simbolo organizativo y una maquina de hacer, podría decir. Es por esto que, más allá de estar subidos en una franquicia, en una industria de sueños, no moriran, y si lo hacen vendrá otro a ocupar su lugar y cumplir su función, y mientras esto suceda las historias seguiran surgiendo.
Eco menciona de pasada en su ensayo que, en efecto, Superman cumple funciones de los mitos antiguos: es un arquetipo que representa un ideal de aspiraciones colectivas, etc. Pero, vaya, Eco no es el único que ha establecido esa relación obvia superhéroes-mitologías tradicionales, es algo que encuentras en otros textos.
"El hombre que lo tenía todo juega muchísimo con elementos propios de Superman, desde Krypton a la Fortaleza de la Soledad..."
"Aún menos lo veo en el caso de Batman Año Uno...".
Sí, no me refería a buenas historias de los personajes franquicia, sino a que es más fácil hacer buenas historias largas con personajes secundarios. Se han hecho historias cortas memorables con los iconos y supongo que seguirán haciéndose de cuando en cuando.
Lo que defiendo es que hacer avanzar al método Marvel (como hábilmente expresa Pepo) a personajes icónicos dura lo que puede durar: 20 o 30 años como mucho. A partir de ese punto todo empieza a volverse confuso o a que el personaje diverja excesivamente del icono conocido universalmente.
Pero la perdurabilidad de los personajes del comic es única en el mundo de la ficción. Que estos personajes sobrevivan solventemente después de pasar por tantos autores solo ocurre en el comic. No tiene visos de cambiar y yo, personalmente, no lo deseo.
Sin embargo, la capacidad de evolución de los personajes es limitada. Pasado un determinado punto, por supuesto que pueden matar a la gallina de los huevos de oro.
Este problema es especialmente visible en Marvel y sobretodo con Spiderman.
El volver a los personajes a sus origenes, trae el problema, como dice Pepo, de que nada importe y lastima la credibilidad de los acontecimientos futuros.
Por eso, repito, no deberían evolucionarlos, para eso ya tienen otros personajes secundarios.
Con Spiderman sin embargo, se han pasado tanto, que dudo que tenga posibilidades de retorno.
Thalcave
Estoy de acuerdo Pepo en que las tres son historias de esos heroes, sólo quiero subrayar que los heroes tiene muchas máscaras y son magníficos vehículos para contar otras historias, ( no todas, pero el abanico es amplio.Otra cosa es que no se tenga muy claro a que público van dirigidas, o si las hacen artistas, artesanos, o engranajes industriales.El héroe, por definición, como ha dicho martin lopez, nunca se acaba, e incluso más que las tramas, nos gusta su cotidianeidad, su corporeidad.El argumento es un pretexto
Nada, o casi nada, importa ya en los cómics de de ahora si eres lector antiguo de superhéroes. Pero como decía Danny Fingeroth en otro post donde enlacé una entrevista suya, mucha gente, especialmente la que llega después de ver las películas, no conocen mucho de toda esa historia previa y les agrada disfrutar periódicamente de los SH como un género de entretenimiento. No veo nada malo en eso, claro. Muchas formas de arte se han hecho a lo largo de la historia con la función principal de ENTRETENIMIENTO.
Tampoco me quejo de nada. Solamente comentaba una realidad que veo, y creo que vosotros también, en los tebeos de SH desde hace ya tiempo. A mí, la verdad, leer la última saga nostálgica escrita por Mark Waid o Kurt Busiek no me tienta demasiado, pero mejor para el que la disfrute. Afortunadamente hay muchos otros tebeos que leer, y más hoy en día.
Creo que además esa repetición en los SH es inevitable por las razones que ya habéis comentado. Son personajes demasiado conocidos, demasiado viejos (como dices Thalcave, su perdurabilidad es insólita en cualquier otro medio, 70 años de historias es una barbaridad) y demasiado rentables, demasiada gente depende económicamente de ellos, como decía Fingeroth.
"El héroe, por definición, como ha dicho martin lopez, nunca se acaba, e incluso más que las tramas, nos gusta su cotidianeidad, su corporeidad.El argumento es un pretexto"
Sí, claro, pero leer por tercera vez la muerte y resurrección de Superman resulta un poco aburrido, ¿no? Sobre todo si ya has leído las dos veces anteriores en que eso sucedió. Y quien dice eso dice el enésimo jamacuco en que Tía May está "al borde la muerte" (de hecho, ya había "muerto"), la enésima pelea entre Peter PArker y MJ a causa de que "todo poder conlleva una responsabilidad" o el enésimo retorno del Duende Verde. Es de eso de lo que yo hablaba, Santi. Ahora, si eres un chaval o alguien que no haya leído esos viejos tebeos, pues sí, estos refritos a lo mejor pueden funcionar.
¿Nuevas historias hechas con originalidad sin traicionar la esencia del mito? Es muy difícil. Miller lo ha hecho, pero sólo en ocasiones especiales, DK, Año Uno, DK2, habría que verlo hipotéticamente en una serie regular de Batman. Si hasta Morrison y Quitely están haciendo un refrito del pasado del Hombre de Acero en ALL STAR SUPERMAN, por muy brillante que esté facturado el producto.
"Si hasta Morrison y Quitely están haciendo un refrito del pasado del Hombre de Acero en ALL STAR SUPERMAN, por muy brillante que esté facturado el producto."
Y casualmente Morrison, pecó de lo contrario en su notable paso por los X-Men. La historia avanza, los personajes evolucionan de forma realista, desarrolla situaciones potenciales que nadie quiso tratar por su riesgo a pasar del punto de no retorno (como los ghettos de mutantes), desenmascara la hipocresía de la que partía el concepto de X-men de Lee, y lleva hasta su final lógico el enfrentamiento entre seres de ese poder. Tan cerca de deshacerlo todo que (por lo que se dice en internet), el editor desandó (como pudo) todo lo andado en cuanto Morrison dejó la serie.
Por eso creo que estas historias funcionan mejor fuera de continuidad (DK2) o como flashback muy concretos que no afecten a la continuidad (Año 1).
Thalcave
Para mí, el problema de tanta repetición de situaciones (combate "definitivos" entre Luthor-Superman, Batman-Joker… etc., ) no solo es que sean aburridos, si no que acaban por cargarse la ficción. Aún en un universo tan disparatado como el de los superhéroes debe haber alguna coherencia en los personajes para que sean creíbles.
Siguiendo los ejemplos de Pepo, si ya has visto que Superman se ha muerto tres veces y siempre acaba por resucitar o que tía May ha tenido el último achuchón, simplemente no te lo crees, no hay ninguna implicación emocional, por pequeña que pueda ser.
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