jueves, enero 17, 2008

UNA CITA CON EL FUTURO


Diez años después de mi primera lectura, he vuelto a releer EL ETERNAUTA en la edición de Norma. Igual que entonces, casualidad o no, lo he leído en la cama pasando una gripe. Igual que entonces, he leído sus más de trescientas cincuenta páginas prácticamente del tirón, en dos tacadas y media. Hay algo abrumador en este cómic, que te aplasta con el peso de esas raras obras tocadas por la gracia divina, que parecen poseídas por un espíritu superior que se manifestó a través de los autores. Volver a las páginas de EL ETERNAUTA es comprender perfectamente por qué es una obra mitificada por varias generaciones de lectores, que se sigue reeditando y leyendo. Es también una demostración de por qué ese algo que llamamos talento, a falta de un nombre mejor, puede imponerse con fuerza devastadora por encima de la técnica y de los manuales sobre cómo "hacer bien" las cosas. Porque, sinceramente, hacer reproches de técnica narrativa a esta obra es cogérsela con papel de fumar, tal es su fuerza, el poder de su inspiración. Y eso que tales reproches se pueden hacer justificadamente, porque no fue una obra parida en la mejor de las condiciones, ni mucho menos planificada o meditada con minuciosidad.

EL ETERNAUTA fue escrita a salto de mata por Hector Germán Oesterheld (1919-1978), en entregas semanales publicadas entre 1957 y 1959 en la revista argentina Hora Cero Semanal. La escribió sin saber mucho sobre los derroteros que tomaría la historia más allá de unas ideas generales, tomando de aquí y de allá, de las novelas populares y de la ciencia ficción más pulp, utilizando todo tipo de artimañas narrativas para mantener un imposible crescendo sostenido a través de cientos de páginas de Aventura, con mayúsculas.


Por su parte, el trabajo del dibujante Francisco Solano López (Buenos Aires, 1928) resulta también un perfecto ejemplo de por qué es imposible entender, ni valorar, el dibujo de un cómic sin haberlo leído. No son pocos los lectores que ponen reparos de entrada a esta obra cuando hojean sus páginas porque el dibujo les parece "feo", anticuado e incluso grotesco. Pero sólo cuando se lee se comprende que sin el estilo de Solano López este tebeo no sería lo que es, y que su dibujo contribuye en gran medida a transmitir la principal esencia de la obra, porque bajo la luz de su pincel todo se ve más angustioso y desesperado. Esa esencia de la obra, por cierto, es la que le otorga su alcance universal y la eleva a la condición de clásico. La indomable voluntad de ser, de existir, propia del ser humano y en general de toda forma de vida.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Una gran reseña, las cosas se deben valorar conforme a las circunstancias de su realización. Desde luego sobrecoge como pocas historias de la literatura y consigue terminar de manera solvente lo que no resulta nada fácil, dado que como explicas, el argumento toma forma conforme se suceden las entregas. Un saludo Miguel

el tio berni dijo...

De acuerdo con lo de la Aventura con mayúsculas, con que se lee de un tirón, con que tiene "atmósfera"... pero a mí sigue sin parecerme una obra maestra. El crescendo me parece un poco artificioso, los personajes planos y el dibujo, sin parecerme feo, me parece que no explota demasiados recursos y muchas veces se queda a las puertas de lo que podría haber sido. Claro que hay que tener en cuenta las circunstancias de su publicación, pero al final la obra es la que es, y eso es lo que hay que valorar. Que es un buen cómic, seguro, que es un clásico, también, pero que sea una obra maestra ya no lo veo tan claro (vamos, que no lo veo para nada).

Mireia Pérez dijo...

paréntesis
la alegría mañanera me la ha dao el video de peret... vengo a ver el post ... que has hecho, lo has quitao?
vuelve peret!

Pepo Pérez dijo...

Ja, ja.

Anónimo dijo...

Amén.
Una de las sorpresas que he tenido al editarse por primera vez en España ha sido leer algunas opiniones donde se criticaba la obra por anticuada y mal dibujada.
A mí me parece que es una obra redonda, tocada por un halo que la hace única, irrepetible y apasionante. Una de las grandes. Yo la releeo una vez cada año y cada vez me atrapa. Y creo que el dibujo de Solano López es cojonudo.
Para muestra la imagen que has colgado en este post, la muerte del vecino de los Salvo. Una secuencia espeluznante y al mismo tiempo apasionante que vivimos como si fuéramos los testigos de la casa de enfrente.

Octavio B. (señor punch) dijo...

"sólo cuando se lee se comprende que sin el estilo de Solano López esta obra no sería lo que es"
de hecho seguro que es así: la revisión con Breccia será otro rollo. (yo, por cierto, tengo en este clásico mi asignatura pendiente, y sí leí en su día el de Breccia)

por cierto, aquí también andamos con gripe... y cercana al delirio... ay que malito lo pasé, yo :(

Anónimo dijo...

A mi El Eternauta me parece sin duda alguna una de las mejores historias que he leido en el mundo del comic. Me ha enganchado como no me pasaba desde Monster, incluso no dejo de ver cierta similitud entre las dos obras, escritas sobre la marcha, con unos magníficos personajes (al menos a mi los de el Eternauta no me han parecido planos como comentaba otro posteador, especialmente Fava), con un final un tanto precipitado, con un guionista que sabe medir los tiempos, que es un gran conocedor de la ci-fi y que aquí y allí deja caer sus ideas políticas, premontoneras, y que coño, imagino que para un argentino ver como se desarrolla la historia casa por casa, calle por calle que él conoce, que ha visitado...pues le tiene que gustar.

El Eternauta mola.

Javier dijo...

"Igual que entonces, casualidad o no, lo he leído en la cama pasando una gripe." ¡JA JA Tu también! Pues yo tuve unas pesadillas con los manos y los cascarudos de la hostia. Fíjate si dibuja bien Solano López que los veía de carne y hueso.

PAblo dijo...

A mí sí que me parece una obra maestra. Oesterheld realiza un recorrido por los géneros personal y cargada de humanidad que ningún autor posterior ha sido capaz de igualar. Y el dibujo de Solano López desde su escasez de recursos refuerza la carga dramática de la obra.

Gran reseña.