martes, abril 04, 2006

CON VELO PORQUE ASÍ LO QUIERO

¿Oportunismo, dicen algunos? Yo diría más bien capacidad, y también osadía, para tratar temas polémicos que están de candente actualidad y que preocupan a todos. Me refiero al nuevo caso de JACK PALMER, el incompetente detective creado en 1974 por René Pétillon (Lesneven, Francia, 1945), esta vez contratado para investigar la desaparición de una joven francesa de clase bien que, al parecer, podría haberse convertido en una fundamentalista islámica. El álbum se titula, como muchos ya sabéis, EL CASO DEL VELO y lo ha editado en castellano Norma, en un curioso formato híbrido que combina el tamaño de "novela gráfica" (el ancho y alto aproximado de un libro, vamos) con el álbum europeo, por el tipo de papel y el cartoné brillo de portada.

Osadía: si en L' ENQUÊTE CORSE (2001, inédita en castellano), Pétillon ya se atrevió con el terrorismo corso, ahora se atreve con la cuestión musulmana en Francia. No, a pesar del engañoso título, el tema no es la cuestión del velo en las escuelas públicas, sino las costumbres y contradicciones de la comunidad islámica francesa, que en algunos lugares como París es realmente numerosa y está planteando -y no sólo en Francia sino en muchas otras grandes ciudades europeas- los lógicos problemas de convivencia e integración.

Me llaman varias cosas la atención en Pétillon. La primera, es su portentosa habilidad -pues sí, creo que de portento, de milagro hay que hablar- para abordar temas peliagudos de una manera que no resulta ofensiva para nadie, ni siquiera para los parodiados (o al menos eso me parece a mí, claro, que opino desde la barrera) y, a la vez, conseguir no caer en la ñoñería, el paternalismo progre y/o políticamente correcto, los chistes facilones o el "buenrrollismo moderno" al estilo del que ha estado practicando, por ejemplo, la peor Maitena, o sea, la de los últimos años. Tiene Pétillon ese raro talento, es indudable, y por eso vende tantos ejemplares en Francia. Son ventas, me parece, más que merecidas.

La segunda, es el modo en que concibe y realiza sus tebeos. Pétillon se documenta sobre la realidad que va a abordar, se nota en sus álbumes pero sin llegar a molestar ni dar demasiado el cante. Y a partir de esa tarea de documentación, pergeña los gags y las situaciones, elige los subtemas que quiere parodiar dentro del tema principal elegido. El resultado es un entramado donde todas las partes implicadas cobran, donde nadie es inocente y todos son caricaturizados por igual. En este caso, entre otros, se pitorrea de los musulmanes integristas, los moderados, los jóvenes hijos de inmigrantes descreídos y occidentalizados que sólo se acuerdan de Mahoma cuando truena, la cuestión del machismo musulmán, las diversas actitudes de la mujer musulmana ante dicho machismo... "¡El velo es mi elección" gritan las mujeres en la manifestación que transcurre en la página que cuelgo ahí abajo, una de mis favoritas del álbum. Viñeta cinco, Palmer pregunta: "¿Latifa está en la manifestación?; un joven musulmán, personaje secundario, le contesta "Su padre lo ha decidido".


Todo eso, entre otros aspectos, por la parte que les toca a los musulmanes. Porque, como digo, aquí todo el mundo recibe su merecido, también por la parte que "nos" toca: mediadores políticos, burgueses acomodados y progres solidarios con el mundo musulmán (atención al "velo solidario" y la "barba solidaria" que llevan los sujetos occidentales de la viñeta dos, un chiste que me da mucha risa).

Es una especie de "sátira igualitaria de costumbres" marca Pétillon que, no obstante, encierra sus riesgos pues puede derivar en una cierta trivilización de los temas: por poner un ejemplo, no es lo mismo un musulmán moderado que un integrista, y sin embargo, en algunas de las escenas de este EL CASO DEL VELO el humor parece igualarlos. Está bien reírse de las cosas para quitarle hierro, pero no hasta el punto de banalizarlas. En realidad no estoy seguro del todo de esta crítica, sólo digo que ese tratamiento "igualitario" me suscita dudas sobre si provoca que el lector se regodee finalmente en una suerte de cómoda aquiescencia por la vía del "qué gracia, se ríe de todos, qué graciosos son todos, problema resuelto".

Dejando aparte ese aspecto, merece la pena destacar un par de cosas más. Por un lado, el Pétillon dibujante, muy buen dibujante, acogido hace tiempo a la limpieza narrativa de la "línea clara" -gusta de situar de manera diáfana a todos los personajes en decorados tridimensionales, usa planos medios o generales-, que combina con la expresividad de sus figuras y del pincel con que los dibuja, más del palo Reiser. Por otro, la buena forma en que se mantiene Pétillon en el asunto del gag. Es cierto que en este álbum hay algunos giros argumentales cogidos por los pelos, pero a la hora de la situación cómica y del chiste, es bueno realmente este tipo, tanto para construirlo como, sobre todo, para saber sugerir en él los matices que temas como los que aquí aborda reclaman. Es humor francés, ya saben, más para sonreír, más para la "risa tranquila" que para reír a mandíbula batiente. Pero es verdad que te sonríes y que, a la vez, lo piensas: "qué cabrón es el Pétillon, qué fino ha estado aquí". Porque, sí, caricaturiza la realidad pero no por ello pierde de vista su complejidad, y por esa razón consigue "reproducirla a escala" produciendo sensación de "verosimilitud"... a pesar de que estamos leyendo un álbum de humor, y absurdo no pocas veces. Claro que por eso Pétillon es quien es, porque lo que él hace no está al alcance de todos. Ni siquiera de muchos.
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(Otra reseña de EL CASO DEL VELO, magnífica, en el Diario montañés)

1 comentario:

santibilbo dijo...

No he leído el cómic, pero dejas caer un comentario muy interesante sobre los matices del humor y sobre sus efectos que me parece muy interesante. Y es que esta creación humana suprema es más que compleja y con un espectro de matices considerable ,que se suele trivializar o simplificar.El humor critica,satiriza,destapa, pone en evidencia contradiciones,nos construye una barricada,desactiva bombas, las trivializa,las hace objeto de reflexión,las hace objeto de consumo,proporciona un ancla frente al sinsentido, se complace en el nihilismo caótico,permite asociaciones poéticas,provoca dolor, arma contra poderosos y látigo contra los débiles,sfisticado e intelectual,primario y emocional,sonrisa y carcajada.En fin que decir que algo es comedia es decirlo todo y no decir demasiado