viernes, junio 27, 2008

POR SUS VIRTUDES Y LIMITACIONES INTRÍNSECAS, A PARTIR DE SUS CONDICIONES ESPECÍFICAS

Los tebeos quieren entrar en la Universidad.
NICOLE ZAND, en Le Monde

En el número de Giff-Wiff dedicado a Li'l Abner, Alain Resnais entrevistaba a Al Capp, creador de aquel personaje, en un gesto de humildad que probablemente asombró y escandalizó a los más reticentes. La entrevista no es sino un eslabón más en la cadena de reivindicaciones que está recibiendo el cómic desde hace algunos años, sin que sean aceptadas por los reticentes que, hoy por hoy, continúan siendo los más. C. Alonso de los Ríos, en un artículo publicado en Triunfo, precedía la frase de Nicole Zand citada más arriba con estas palabras: "Actualmente, todo este mundo (hasta ahora vergonzante) de los cómics, fumetti, bandes desinées y tebeos es reivindicado por intelectuales nostálgicos de los héroes de su infancia".

(...) Diríais: "¿Alguien puede atreverse a hablar de arte, en el caso del cómic?"", y ante la responsabilidad de tamaña afirmación uno se limitaría a seguir hablando de "lenguaje", con lo cual no haríamos sino escalar el primer peldaño para una aceptación del cómic en sentido de arte, ya que la primera exigencia de todo arte no es tora que la de servirse de unos medios expresivos irreversibles con que hacer viable un contenido. Arte menor, en todo caso, se ha dicho como máxima concesión aceptativa. Con lo cual, y citando una introducción al catálogo producido por el S.O.C.E.R.L.I.D. para la exposición de la bandes desinée celebrada en el Museo de las Artes Decorativas del Louvre, nos veríamos obligados a situar todo arte tenido por mayor a un mismo nivel de disminución cualitativa, ya que si con la literatura obrásemos igual que con el cómic -es decir, juzgándola globalmente, tanto por sus productos mediocres como por sus obras maestras-, nos encontraríamos con que por cada Tolstoi, Diderot o Durrell abunda un elevado tanto por ciento de Edna Ferber, Harold Robbins o Corín Tellado. O, como dice el citado catálogo: "Si englobásemos todo cuanto se construyó en ciertas épocas, la arquitectura tendría serias dificultades para ser considerada arte mayor. Sin embargo, es así como se actúa en el caso del cómic. Sería honesto emplear criterios equitativos. Sería también honesto que muchos de los que desde hace algún tiempo escriben sobre el tema lo hiciesen poseyendo un conocimiento exacto del mismo". Es aquí, pues, donde se impone una labor de reexamen, eligiendo sin discriminaciones aristocráticas por una parte, ni boutades confusionistas por la otra (nada más fácil que inventar un valor basándose en la boutade), la producción estéticamente válida dentro del mundo del cómic. Y, desde luego, aceptar que no se trata de un producto surgido por generación espontánea, sino que obedece a una exigencia narrativa de un futuro cercano, al tiempo que se erige a sí mismo como tal. Así, cuando John Steinbeck afirmaba que Al Capp, el padre de Li'l Abner, es "un satírico a la altura de un Rabelais, un Cervantes o un Sterne", no hacía sino valorar el nuevo ritmo de una época en que Li'l Abner existe con mayor eficacia en cuanto a las masas que Gargantúa o el Quijote.

Sólo que, naturalmente, habrá que juzgar al cómic por sus virtudes y limitaciones intrínsecas, por lo que propone y aporta a partir de sus condiciones específicas, que no pueden ser las mismas que las de la novela o el cine, de la misma manera que éstas no serán nunca las de la música o la pintura, pero que puede y deben coexistir perfectamente y alcanzar, en sus diversas expresiones, parecidos pináculos de calidad y rigor ideológico.

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Terenci Moix, HISTORIA SOCIAL DEL CÓMIC, en la reciente edición del ensayo titulado originalmente LOS "COMICS". ARTE PARA EL CONSUMO Y FORMAS POP (1968).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que se trata de eso, efectivamente. Al menos, como primer paso de justicia, el reconocimiento de su valor como lenguaje creado y desarrollado a partir de unos pocos elementos primigenios sin demasiada relación directa entre si y que, de manera ninguna, prefiguran por si solos todo lo que vendrá después. Hasta eso se le ha ninguneado a la historieta, como si fuese el único de los lenguajes formales desarrollados a lo largo del s.XX que a cualquiera se le hubiese podido ocurrir de buenas a primeras o se tratase de algo que sólo alcanza logros que 'caen por su peso' y por tanto carecen de mérito alguno.

Además, la 'Academia' no es que haya dejado de razonar en términos de Alta cultura y Baja cultura, simplemente es que ahora acepta la 'baja cultura' siempre y cuando se trasmita por los canales de la 'alta cultura', algo a lo que, de momento, la historieta, como tal, parece irreductible (propongo tiradas de 10 ejemplares para futuras obras, para ver si así al menos se le concede el status que tiene el grabado).

Un saludo.

Anónimo dijo...

Si dices que entra, es porque das a entender que estaba fuera. No lo estaba del todo: algo se ha hecho y se sigue haciendo. Evidentemente el cómic no goza de un puesto de honor en la Universidad como, sin embargo, disfrutan otras artes, así la literatura, la pintura y el cine. Todo se andará. Mejor nos ahorramos el consabido victismo a que es tan dado el medio y empezamos a mirar la cosa con algo más de optimismo.