sábado, marzo 08, 2008

NO QUERÍA QUE FUESE UN SUPERHÉROE.

Al principio de esta nueva aventura, alquiló un apartamento de dos habitaciones en un quinto piso del barrio de Manhattan de Tudor City y lo transformó en un estudio/despacho para Lou Fine, Bob Powell, Chuck Mazoujian y para él.

Mientras daba vueltas a diversos conceptos para crear nuevos personajes, la primera idea que se le ocurrió para el suplemento fue hacer una historia semanal a lo Ring Lardner [un periodista deportivo estadounidense famoso por sus historias cortas y su visión satírica sobre el mundo del deporte, el matrimonio y el teatro] pero en forma de cómic en la que no saliera ningún héroe. Una especie de historia corta semanal sobre la vida cotidiana. Era una idea con grandes aspiraciones literarias, pero no muy comercial.

Busy Arnold dijo que no.
-Necesitamos a un personaje disfrazado -insistió.
-¿Y si se trata de un detective? -replicó Eisner.

Llovía fuera del estudio de Eisner mientras discutían sobre todo esto por teléfono. Aquello parecía una escena sacada directamente de la futura creación de Eisner The Spirit (el dibujante Harvey Kurtzman más tarde bautizó con un nombre de resonancias yiddish a la lluvia que frecuentemente caía con fuerza en las viñetas de Eisner. La llamó Eisenshpritz). Arnold no estaba en su despacho, había llamado a Eisner desde algún club nocturno o un bar; Eisner podía oír cómo una jukebox sonaba de fondo. Arnold se había tomado unas cuantas copas y arrastraba sus palabras al hablar.

-¿Qué pintash tendrá tu detective? -preguntó Arnold.
-Es alto, con buena presencia, sofisticado; a lo Cary Grant.
-¿Pero cómo sherá shu dishfrash?
-¿Disfraz? -preguntó Eisner de manera inocente. No estaba interesado para nada en dibujar a héroes disfrazados.
-Tiene que llevar dishfrash -dijo Arnold-. No she puede vender nada a los periódicosh si no lleva disfraz! Eshperan un héroe dishfrazado.
-Lleva un antifaz -replicó Eisner-. Como... esto... el lllanero solitario. Eisner lo estaba dibujando mientras hablaban, así que sobrepuso a toda velocidad un antifaz que cubría los ojos al detective.
-Esho shuena bien.
-¡Y también lleva guantes!
-Vale, esh genial: adelante con ello -respondió Arnold. Y colgó.

Arnold estaba contento, pero un personaje que fuera un detective con antifaz no era precisamente lo que Eisner tenía en mente. Al principio, no tenía ninguna intención de crear un superhéroe (la palabra "superhéroe" no se utilizaba en aquella época; en la industria se los llamaba "tipos disfrazados").

A propósito, el sombrero de Spirit debería haberle gustado sobre todo a Arnold; era del mismo estilo que el que él siembre llevaba. Era una broma "privada" de Eisner, pero su socio nunca cogió aquel chiste.



(...) Eisner le dio a Spirit un hogar bajo tierra en las entrañas del cementerio de Wildwood, en Central City.
-La verdad es que no sé si pensé en ello como judío -decía Eisner-. Lo cierto es que el origen de Spirit es una idea que recuerda a Cristo, a la resurrección. Creo que fue más una solución a la que recurrí de modo instintivo. Simplemente, necesitaba mostrar un lugar al que fuera después de "morir". Estaba fascinado con la idea de animación suspendida después de leer un artículo en algún sitio sobre alguien que murió (supuestamente) después de sufrir un paro cardíaco. Volvió a la vida poco después, y pensé "Jo, eso es una gran idea. Creo que la voy a utilizar".

Hice que un detective privado llamado Denny Colt volviera a la vida como Spirit (después de que todo el mundo le diera por muerto). Sólo su compañero de fatigas, Ebony, y el comisario de policía Dolan sabrían la verdad. No quería que fuese una historia con elementos sobrenaturales. No quería que fuese un superhéroe. A lo largo de los años, intenté muchas veces quitarle el antifaz; durante una temporada llegó a llevar unas gafas oscuras, e incluso una vez se quedó ciego.

(...) A pesar de la popularidad que alcanzó el personaje, Eisner siempre estuvo preocupado porque alguien sacara otro suplemento de periódico que le plantase cara. Y, de hecho, el sindicato Hearst lo intentó. Will Gould creó a un héroe que trabajaba como detective privado llamado Red Barry. Pero no duró mucho. Hearst dejó de confiar en el producto unos seis meses después de su lanzamiento y nadie volvió a retar a Eisner.

-Por otro lado -afirmaba Eisner-, la competencia no es algo de lo que uno deba preocuparse porque lo que consigue es abrir el mercado; le da cierta legitimidad a tu propio producto. Lo más sorprendente (lo más sobrecogedor en realidad) es que The Spirit fue el primero en su género y el último. Stan Lee me dijo que quería crear un personaje similar en Marvel Comics en 1980, pero aquella idea nunca llegó a buen puerto.

------

De la biografía escrita por Bob Andelman, WILL EISNER. EL ESPÍRITU DE UNA VIDA. Más aquí

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo que en su última visita a Barcelona, Eisner volvió acontar (detalle más, detalle menos) la misma historia. Es curioso cómo las circunstancias influyen en el proceso creativo.

Juanan.

Pepo Pérez dijo...

Sí, yo he leído lo mismo en otros sitios, pero creo que nunca lo ha explicado mejor que en esta biografía. En esta biografía Eisner cuenta además que hizo desaparecer de las historias el coche volador que Spirit tenía al principio por una curiosa razón:

"No quería que fuese una historia con elementos sobrenaturales. No quería que fuese un superhéroe. (...) También teníamos el Coche Volador, que tanto Spirit como Ebony conducían por tierra o pilotaban por el aire. Idea que enseguida abandoné después de que Bob Kane le diera a Batman un Batmóvil. Además, no era necesario en las historias que yo quería contar."

Anónimo dijo...

No quería un super-heroe porque estaba harto de crearlos.
Por lo que veo, el tipo se olvidó que durante los años 40´ él fue una especie de pre-Stan Lee con su editorial Eisner&Iger (fue, curiosamente, una especie de Josep Toutain): creó a DOLL MAN, BLACKHAWK, WONDER MAN (plagio total a Superman), UNCLE SAM (fachoide y patriotero)o BLACK CONDOR. Estúpidos personajes que le reportaron un montón de pasta, que para eso estaba, claro.

¡Qué mala memoria tenía el sr. Eisner!