UN CASO APARTE

Este fin de semana entregaba una reseña que me pidieron del nuevo álbum del señor calvo que aparecía en una de las fotos del post anterior, y por quien verdaderamente no parece que pasen los años. Se trata del nuevo Ibáñez, que fiel a su ya tradicional cita con los Mundiales, a la que apenas ha faltado desde el de Argentina del 78 (MUNDIAL 78, MUNDIAL 82 -y MUNDIAL 82 BIS, te cagas-, MUNDIAL 1994, MUNDIAL 1998, MUNDIAL 2002), entrega ahora un nuevo MORTADELO titulado, cómo no, MUNDIAL 2006 (Ediciones B).

Ibáñez es, con muchísima diferencia respecto a cualquier otro autor de cómic patrio, el historietista que más ha vendido en este país; bueno, en este país y en unos cuantos del extranjero (precisamente Alemania es uno de los que mejor acogida dieron a sus CLEVER & SMART, que es como conocen allí a Mortadelo y Filemón). Millones de álbumes, literalmente. Todo el mundo ha leído en algún momento de su vida algún MORTADELO desde que la serie fuera creada en 1958, miles de páginas en las revistas de Bruguera y 110 álbumes desde EL SULFATO ATÓMICO. De hecho, y aunque a algunos le parezca mentira, la serie se sigue leyendo, y no precisamente por cuatro gatos (100.000 ejemplares vendidos el año pasado de MORTADELO DE LA MANCHA). A estas alturas, uno no puede evitar esperar que el nuevo álbum de una serie tan explotada, de un autor que lleva toda su carrera en el tablero de dibujo y que por ley de vida debería encontrarse muy cansado, sea un producto desganado, mecánico, un pálido reflejo de lo que fue. Pero no es así. Lo cual demuestra por enésima vez las razones profesionales por las que Ibáñez ha llegado a donde nadie más ha llegado.

Sí, es cierto eso que dicen: Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936) lleva haciendo el mismo álbum desde hace tiempo, repite mecanismos y estructuras, casi nunca se sale del humor blanco para todos los públicos que ha practicado siempre (Escuela Bruguera, recordemos), usa fórmulas que se sabe de memoria de tanto pulirlas a lo largo de miles de páginas. Pero, salvando las distancias, también Woody Allen lleva haciendo la misma película desde hace dos décadas, y eso no impide que su público continúe viéndolas, en un ritual que parece haberse convertido ya en tradición. Y las tradiciones, como sabemos, tienden a justificarse en sí mismas.

MUNDIAL 2006 empieza, como ha hecho ya Ibáñez en cantidad de ocasiones, con un prologuillo de chistes aislados, alguno de ellos muy eficaz, en torno a los tópicos del fútbol y de otros deportes. También vuelve a recurrir, como detonante del gag, al hecho de que todo quisque huye como de la peste de los incompetentes agentes de la T.I.A. Igualmente, como ha hecho en otros Mundiales, vuelve a jugar con los tópicos nacionales para caracterizar a los equipos de cada país; tampoco faltan las reiterativas broncas con el Súper y en general los tortazos con todo dios página sí y página también, ni por supuesto los breves cameos de políticos de actualidad (Bush, ZP, Carod-Rovira, Angela Merkel..),... etcétera. La excusa argumental es tan leve o más que otras veces: Mortadelo y Filemón viajan al Mundial de Alemania, disfrazados como sanitarios deportivos, para localizar a unos extraterrestes infiltrados entre los futbolistas, que pretenden, oh... ¡invadir el mundo! Pero da igual. Aunque todo nos suene familiar, la imparable factoría Ibáñez sigue manufacturando chistes en cantidades industriales, tres, cuatro, cinco, seis gags por página, no hay miseria. Y todo con el acabado y el oficio marca de la casa, nada de bajar el nivel. El tema y argumento son lo de menos, lo afirma el propio autor, a él lo que siempre le ha importado es que ocurran cosas de manera torrencial, gag tras gag, procurando ofrecer el máximo de ellos al lector, porque ésa es según él la clave de su éxito. Y algunos de los gags de este álbum, como el que protagoniza Aznar, son dignos de figurar entre lo mejor del repertorio de Ibáñez.

70.000 ejemplares han tirado, de momento, de MUNDIAL 2006, que se dice pronto. Ibáñez ya ha cumplido con el ritual de cubrir el Mundial, a pesar de que no le guste el deporte en general ni el fútbol en particular. En el próximo Salón de Barcelona, tampoco faltará otro ritual, el de las largas colas esperando su firma. Ése es Ibáñez, tan famoso como un futbolista o una folclórica. Un punto y aparte en el tebeo de este país.
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"Me siento muy orgulloso de toda la carrera en general. La doy por muy bien empleada. He conseguido una meta que muchos se han propuesto y no han llegado, que es la de ser el primero durante muchísimos años, el primero en ventas, el que más ha llegado a muchísimos rincones del país, el que más lo han estado leyendo. Eso lo he conseguido y no ha sido una cosa esporádica, de un año de éxito y luego haber caído. Han sido muchos años, muchos, muchos. Y al llegar este momento pienso que todo tiene un principio y un fin. Estoy muy orgulloso de lo que he hecho. Mucho, mucho". (Ibáñez, en una entrevista de Santiago García -con Joan Navarro y David Muñoz- en la revista U #8, 1998).